Encontrar un oasis en medio del desierto es casi un milagro cuando nos vemos abrumados por la desesperación. La vida de Michael Stone no dista mucho de la de un superviviente en medio de las dunas, únicamente las diferencias en el paisaje que le rodea le dan otro matiz a su historia. Ya sea en Inglaterra o en Estados Unidos, las gentes son las mismas: sus voces, sus insulsas charlas, sus vidas… La mediocridad del día a día se ha convertido en una maldición para nuestro protagonista, una realidad de la que no es capaz de salir.

Sin embargo, Stone, el solucionador de problemas, no siempre ha tenido esa visión del mundo. La carta de una antigua amante le recuerda esos momentos inolvidables que, aún no ser eternos, le mantienen en la esperanza de encontrar una chispa de magia a su alrededor. El deseo de ver algo especial en un mar de conversaciones monótonas nos encierra, junto al personaje, en una caja llamada mundo de la que no sabemos si hay alguna escapatoria. Entre los ruidos de una sociedad en movimiento, lo inesperado se hace un hueco dejando pasar a la belleza; a una anomalía cuyo nombre no es otro que el de Lisa.

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