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Voto de Cinemagavia:
4
Comedia. Drama. Romance Un misterioso buen samaritano deja bolsas llenas de dinero en las puertas de las casas. La reportera neoyorquina Kate Bradley se propone descubrir su identidad y el objetivo que persigue. Sin embargo, será la vida de la periodista la que dé un gran giro.
22 de mayo de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inteligente reportera

Kate, nuestra reportera, que al inicio de la cinta fue salvada de un accidente por un apuesto bombero, Eric (Chad Connell), comienza sus indagaciones visitando a los afortunados por el azar que han encontrado la bolsa en sus puertas.

Paralelo a su labor detectivesca acude junto a su padre, el senador, a un acto benéfico donde conoce a un apuesto inversor amigo del mismo, Jack Hansen (Marco Grazzini), el cual no oculta su interés por ella desde el primer momento.

La atractiva reportera, que en su búsqueda de la verdad volverá a coincidir con los apuestos bombero e inversionista, tendrá que lidiar con ambos frentes mientras poco a poco, va descubriendo que quizás el destino de las bolsas no sea tan aleatorio como ella pensaba en un principio.

Y, hasta aquí puedo leer queridos, una palabra más y me cargo el 99% de intriga de la película que como comprenderán no es la segunda parte de Testigo de cargo (1957).

Los guapos

Ella, la reportera (Tiya Sircar), es una actriz estadounidense con un amplio bagaje en series estadounidenses y algún que otro film con más pena que gloria, también actriz de doblaje.

Muy guapa, muy fina, muy bella y hace lo que puede en el pastelito que le ha tocado interpretar, como siempre con su orondo compañero, cámara al hombro, con el que desde el primer minuto sabemos que por no tener, no va a tener con él ni un cupón a medias.

El bombero (Chad Connell), canadiense, un calco del bagaje de Tiya y el inversionista (Marco Grazzini), compatriota del bombero y primo hermano en el curriculum.

Uno guapo, el otro también, uno malo y otro bueno (es una broma), no es película de buenos ni malos, sino de actitudes por denominarla de alguna manera.

La jefa

Kate Melville, la directora (canadiense), productora, escritura y directora de series de televisión, realizó su opera prima con el film Picture Day (2013), drama con críticas de todos los colores y esta, El buen Sam es su segundo film por el que evidentemente no va a pasar a la historia del cine ni creo que lo pretenda.

En fin, ya que vamos de buenos samaritanos, esperemos su tercer film (si lo hay) para ser un poquito más exigentes, una cinta estable dentro de la gravedad del enfermo que saca adelante sin pena ni gloria, ni destaca en nada (drama, romance, supuesta intriga) ni se puede decir que sea Ed Wood rodando la segunda parte de Plan 9 del espacio exterior (1959), correcta (para televisión) y nada más.

Conclusión

El buen Sam, con lejanos referentes (muy lejanos), por favor no comparad, a Cadena de favores (2000), no deja de ser un pastelito agradable de visionar con un punto de partida planteado de mil maneras en diferentes películas.

La película visualmente es aceptable, los actores de reparto beneficiados por la diosa fortuna están correctos, la pequeña intriga radica precisamente en el poco nexo en común entre los agraciados (una desahuciada, un carpintero de baja, una doctora de éxito…).

El romance tiene un pase, no más y la disputa por la mano de la dama de verde claro a amarillo, va poquillo.

Como pleito, claro, no necesita abogado, en esta ocasión y por primera vez no os la voy a recomendar, que cada palo aguante su vela.

Que en manos de Garry Marshall, con Julia Roberts y con un presupuesto de 50 millones de dólares podría haber sido otra cosa, es posible, yo casi apostaría.

Simplemente, es un agradable producto televisivo que si la ves no pasa nada y si no la ves tampoco; en la cartera de Netflix sería una aguja en un pajar (hay demasiadas agujas) pero por si acaso, yo la he buscado por una sola razón, si a una sola persona que la visione le mueve a comportarse un poco mejor con los demás ya habrá merecido la pena, queridos, el grado de civilización de una sociedad no se mide ni por el dinero, la cultura o los tanques sino por el grado de humanidad y esta frase, por desgracia amigos no es mía, sino de un gran filósofo.

Escrito por Miguel Ángel Santos Isidoro
Cinemagavia
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