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Voto de Cinemagavia:
8
Drama. Thriller Cuando hace una entrega, Jongsu (Yoo), un joven mensajero, se encuentra por casualidad con Haemi (Jun), una chica que vivía en su vecindario. La joven le pide que cuide a su gato durante un viaje a África. A su regreso, Haemi le presenta a Ben (Yeun), un joven misterioso y con dinero que conoció allí. Un día, Ben revela a Jongsu un pasatiempo muy extraño... Adaptación de una historia de Murakami. (FILMAFFINITY)
30 de septiembre de 2018
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la pluma torcida de Murakami

El protagonista de la película, un escritor que nunca ha publicado, es solo una de las metáforas que encierra una historia fascinante. Escribe a ordenador, en el mundo digital. Aislado, frío y lejos del calor del brioso fuego que genera baile con sus llamas.

Corea del Sur es un país arrebolado; encajado entre las ramas de un árbol trémulo que no sabe hacia dónde mecerse. A veces obedece al aire, en otras ocasiones desafía a sus magistrados, e incluso a su propia tierra. Es un país, en definitiva, de conversación pausada.

Hace unos días cené con unos amigos y me era complicado encontrar el turno para hablar. ¿Dónde encajo yo mis sentimientos, mis palabras? ¿Dónde está el hueco en el que puedo colocar mi corazón? No lo encontré entre las deliciosas carnes, pastas y ensaladas que desfilaron sobre el mantel gris y blanco. El importe era elevado, sabía que me iban a invitar, pero precisaba realizar el simple gesto de sacar la cartera y ofrecer un par de billetes. La conversación, el movimiento veloz, recortado como un collage sobre mis intentos por hacerme notar, me enterraron una vez más en un pozo frío cada vez más estrecho.

Las conversaciones de Burning dejan más espacio para la reflexión. Permiten más que un monosílabo, pues así son las conversaciones en Corea del Sur. Interrumpir al interlocutor es una falta de respeto; dejar una pausa, como una dulce invitación, consiente una fluidez pausada; una relación sexual en la que es más importante el ritmo que la presteza.

Bailes al anochecer

Haruki Murakami escribió el relato con la heterogénea calidad que copan sus novelas, es agradable, imagina comparaciones ingeniosas y su narración es atractiva, pero no siempre acabo por finalizar sus novelas con la agridulce amalgama de sensaciones que suele tratar de transcribir. Ha sido Lee Chang-Dong (director y co-guionista) el encargado de reescribir a Murakami junto con Jungmi Oh (co-guionista) para convertir su relato en una fuerte narración puramente coreana (y no japonesa) con la euritmia particular que baña a los coreanos.

Cinematografía puede referirse a la tercera persona del singular del verbo cinematografiar o al arte de filmar; a esa relación estrecha y húmeda entre la fotografía pura y el cine. La cinematografía de Burning es balsámica, clásica pero con espacio para la sutil creatividad, ya sea en el reflejo de una televisión en un cristal o en el recorte de una puerta sobre un plano que parecía estático. Son toques imaginativos, diseñados con mimo y filmados con garbo. Kyung-pyo Hong, ostenta el cargo de director de fotografía, aunque si se me permite, preferiré referirme a él como cinematógrafo pues es un término con una clase y una belleza que está más en consonancia con la finura de sus imágenes.

La inconmensurable cualidad de escuchar

El relato, entre Faulkner y Murakami, interesa con un magnetismo difícil de explicar. La vida de Lee Jong-Su, ese escritor en busca de un texto que justifique una existencia vacía, atrae como la curiosidad de un gatito inseguro. Ah-In Yoo interpreta a este protagonista con una facilidad y franqueza que hasta dan rabia. Jong-Seo Jeon, actriz primeriza, le da la réplica con talento de curtida. Por último, Steven Yeon completa el triángulo protagonista con un rostro e interpretación que muchos ya conocemos bien en occidente; como era de esperar, él también coloca una interpretación ilustre en el lienzo.

La ceniza de los sueños y de las pesadillas, se suelen depositar, como sedimentos, debajo de la cama. Si el lector de esta crítica se agacha en su alcoba para ojear el suelo bajo su lecho, podrá ver ese polvillo, a veces grisáceo y a veces blanquecino que sueltan las pesadillas y los sueños respectivamente. Burning genera una historia que oscila en ese lugar melindroso donde se queman las ideas de la narcosis. No hay nada fuera de lugar, no hay mentiras ni revelaciones. Pues, por supuesto, estamos ante una película que corresponde a la categoría de drama. Comienza la película, y sus extensos 148 minutos, que quieren hacer que nos arrepintamos de la entrada y su precio, generan un jolgorio de emociones inesperadas.

Conclusión

Ahí está todo el tiempo. El ribeteado dolor de algo desconocido, de algo que no encaja. ¿Soy yo en esta cena? ¿Es la sonrisa roja del resto de los comensales? ¿Son los colmillos que surgen de los platos? Algo en Burning consigue apresarnos. ¿La vida anodina de Lee Jong-Su? Puede, pero ahí no reside su genialidad. Es su estructura narrativa arriesgada e inteligente, no es novedosa pero sí poco habitual. Está cuidada con tal mimo que resulta imposible no sentir fascinación por ella.

Baila, se asfixia mientras canta algo parecido a un chisporroteo, como un chasqueo de lengua. Estira sus brazos naranjas, rojos y amarillos, no tiene un color claro. Qué extraño es el fuego, qué hipnosis logra con su baile. Qué tristeza deja con el rastro de sus cenizas.

Escrito por Daniel González Fernández
https://cinemagavia.es/burning-critica-pelicula/
Cinemagavia
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