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Voto de Cinemagavia:
8
Ciencia ficción. Thriller Una mujer despierta en una unidad criogénica médica. No recuerda quién es ni cómo ha terminado encerrada en una caja no más grande que un ataúd. Mientras se queda sin oxígeno, debe reconstruir sus recuerdos para escapar de esa pesadilla.
10 de mayo de 2021
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Hora de despertar

El personaje de Melanie Laurent parece que se hubiese levantado de un sueño agitado, solo que más bien ha despertado a una pesadilla. Oxígeno (Oxygen) comienza con susodicho personaje descubriendo y asimilando que se ha despertado encerrada en lo que parece ser una cámara criogénica de reducido espacio. El habitáculo es como una especie de ataúd futurista, lleno de pantallas con parámetros extraños, indicadores lumínicos y, en general, de parafernalia tecnológica. La mujer en esta situación no recuerda su nombre, ni cómo ha llegado hasta allí.

El problema es que el nivel de oxígeno se sitúa en poco más del 30%, y progresivamente va bajando. Al personaje de Mélanie Laurent se lo recuerda continuamente una inteligencia artificial llamada M.I.L.O, cuya voz corre a cargo de Mathieu Almaric y que desde una pantalla en el techo tiene una forma circular algo abstracta. No son pocas las incógnitas que deberá despejar la protagonista (llamada por M.I.L.O Omicron 267 por motivos desconocidos). ¿Quién es realmente? ¿Cómo ha llegado hasta allí? ¿Por qué parecen haberla abandonado en la cámara?

Solamente posee una serie de recuerdos fragmentados que son de escasa ayuda. Con estos elementos no es difícil asociar Oxígeno (Oxygen) con Buried (2010), la estupenda película de Rodrigo Cortes. Y algunos parecidos, en efecto, son esenciales. Sin embargo, Oxígeno (Oxygen) conforme se desarrolla va separando su camino de la película protagonizada por Ryan Reynolds y vuela libre por otros derroteros. Aunque la premisa inicial conceptualmente es casi la misma.

*El final de la cuenta atrás

Oxígeno (Oxygen) tiene un reducidísimo campo de acción, pero de algún modo la asociamos instintivamente con la ciencia ficción. El entorno de la cámara criogénica, sofisticadamente tecnológico, y el propio concepto de la criogenización, dan una sensación de estilización futurista. Esta es una de las cosas en las que se separa de Buried, donde solo había un móvil a disposición del protagonista. Para que Omicron 267 (llamémosla así) sobreviva, y de paso el espectador no se aburra, se recurre a toda la gama de recursos a su disposición.

Cada cual tiene función. La relación con M.I.L.O será esencial. La inteligencia artificial es el medio por el que podrá comunicarse con el exterior en demanda de auxilio. Pero la amnesia limita un poco esta función, y además la historia se antoja increíble a las personas con quien contacta. Mi.I.L.O es una presencia tecnológica alejada de la razón humana, que puede reaccionar adversamente hacia los intereses de su huésped. Por lo tanto, el personaje de Melanie Laurent tendrá que tirar de ingenio para intentar manejar la máquina a su favor.

La solución más sólida es intentar recordar quién es para ponerse en perspectiva. Omicron 267 deberá encontrar lógica a sus desestructurados recuerdos y descubrir un método para potenciar su memoria. Y en esencia, la primera parte del metraje es básicamente esto. Una batalla de ingenio, cuyo premio es evitar morir por asfixia mientras el tiempo se agota inexorablemente.

*El momento de los descubrimientos

En Oxígeno (Oxygen) la tensión por la supervivencia de Omicron 267 nunca ceja. Esa letal cuenta atrás la tenemos asegurada en todo momento. Sin embargo, llega un punto en que los descubrimientos que ella hace sobre sí y sobre cómo ha llegado a esta situación desbordan los compases previos. La segunda parte del metraje de forma inesperada se aferra a una épica expansiva, a una emotividad inesperada. Alexandre Aja acaba apelando al corazón más de lo que parece. Se podrá aducir que los sucesivos giros apuntan demasiado alto, pero hay una genuina emoción que sorprende y atrapa al espectador.

Se nos apuntan algunos temas referentes a la identidad, a la ética de la tecnología, pero principalmente es una reflexión de aquello que nos hace querer vivir. La película es una oda al espíritu de supervivencia y a nuestras motivaciones para existir. Así, que si bien la pesadilla nunca ceja durante el metraje, acabamos encontrando pasajes de belleza realmente sorprendentes.

Otra referencia de la película puede ser Mentes en blanco (2006), aquel thriller con Jim Caviezel en la que varias personas se despiertan encerradas en un almacén sin saber quiénes son y cómo han llegado allí. Es esa especie de afán para conocerse a uno mismo a contrarreloj uno de los sostenes de Oxígeno (Oxygen). Sin embargo, nuestra esencia prevalece, y aunque oculta, al final acaba saliendo a la luz.

*Factura y actuaciones

Evidentemente una película enclaustrada en una cámara criogénica no da para un despliegue técnico relevante. Pero Alexandre Aja se las ingenia para que Oxígeno (Oxygen) tenga atmósfera y sofisticación. La fotografía está cuidada con mimo y el director francés recurre a varios recursos para no llegar al hastío visual. Abundan los primeros planos de Mélanie Laurent como fiel reflejo de la tensión de su personaje, y como recurso para potenciar lo asfixiante de la situación. Dentro de lo que cabe, además, se trata de variar de encuadres.

La mente de Omicron 267 a veces confunde y mezcla recuerdos de su supuesta vida anterior con su dilema en la cabina. Al final se consigue una paranoia bella y evocadora que se asocia con la situación real. Los seguidores del Alexandre Aja más visceral, es posible que se sientan defraudados. No hay ni pizca de la brutalidad de Alta tensión (2003) ni del sanguinolento desfase de Piraña 3D (2010). El estilo aquí es sobrio, y según avanza la película va ganando elegancia. Es la película más accesible del francés, pero no es ni mucho menos una banalidad.

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Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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