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Voto de Cinemagavia:
6
Drama A principio de los años 20, Georges Laffont, traumatizado por lo vivido durante la Primera Guerra Mundial, decide cambiar de vida e irse a vivir a Alto Volta, en África, acompañado por el artista Diofo, que también sobrevivió a la guerra. Cargado de máscaras tribales, Georges regresa a París para encontrar a su hermano Marcel, excombatiente a quien la guerra dejó sordo y que ahora vive con su madre. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 5,5
Francia, postrimerías de la 1.ª Guerra Mundial. Guerra de trincheras, donde las muertes y mutilaciones se suceden por miles.

George Laffont (Romain Duris,“Los seductores”), superviviente, con unas cuantas cicatrices psíquicas a su espalda por todo lo que vio en el combate intenta huir de todos los dramáticos recuerdos y emigra al Alto Volta, en África.

Pero la sombra de la guerra es alargada y también le alcanzará allí. Laffont volverá a su país con la esperanza de tornar a su vida anterior, encontrándose al llegar a casa a un hermano Marcés ( Grégory Gadebois), traumatizado, que sin que tenga heridas aparentes, ni habla ni oye.

Ambos hermanos proseguirán su vida y cada uno hará frente de distinta manera a sus secuelas psíquicas. Y, como no, el amor surge en la vida de los dos, pero el desaliento y los traumas que arrastran tanto ellos como las personas a su alrededor, complican cualquier relación.

Al final la guerra, cual araña agazapada en su telaraña, observa a los contendientes que se le escaparon en la liza, y espera, tranquila, mientras teje su red que poco a poco se extiende más y más, para alcanzar a sus presas.

Alto el Fuego es la representación de las fases de una guerra. Primero tenemos la guerra en sí, que fue especialmente cruel y sangrienta; un enfrentamiento criminal y despiadado, algo que no había presenciado la humanidad.

Por primera vez en un escenario bélico se introdujeron las trincheras, estrechas zanjas cavadas por los soldados como forma de protección. En ellas los soldados vivieron meses de aburrimiento soporífero interrumpidos por episodios de terror extremo. Aquí el concepto de piedad desapareció del diccionario.

En las trincheras los vivos no podían enterrar a los muertos por miedo al fuego enemigo. Convivían con los cadáveres y las ratas acuciados por el hambre y el frío. También se usaron gases venenosos que cegaban o mataban.

Estas masacres se tradujeron en 10 millones de muertos y en un inmenso número de mutilados de guerra que llenaron hospitales y conmovieron la conciencia de la sociedad mundial.

Después del alto el fuego, vendría la fase de la reconstrucción, de una sociedad, de una civilización, y de unas vidas truncadas por el enfrentamiento.

Y como un rosario que se desgranara, irían apareciendo enfermos psíquicos, soldados y civiles cuyas mentes se rompieron después de sufrir las atrocidades de la guerra.

Emmanuel Courcoul en su ópera prima como director nos sumerge literalmente en una trinchera francesa, en un agónico recorrido por la misma mientras somos testigos del terror, la muerte y la destrucción que sufrían los soldados en esas zanjas mortales.

Después de este principio trepidante, cuasi como un gran plano secuencia en el que no podemos respirar ni parpadear, la acción como la guerra decae. El torrente de aguas bravas se convierte en plácido arroyo que serpentea tranquilo hasta su desembocadura, pasando por algunos meandros y rápidos algo complicados.

Con este transcurrir de la película, a menudo demasiado lento, poco a poco se va creando un entramado complejo de situaciones, que al final van encajando, aunque de una manera bastante simple, perdiendo la intensidad y originalidad que al principio prometía.

Con una escenografía muy cuidada, un vestuario muy acertado de la época y una fotografía firmada por Tom Stern, al que solemos ver trabajar con Clint Eastwood, Alto el fuego recrea con especial acierto los años de la posguerra francesa.

Como nota a destacar, el alegato que pronuncia el protagonista, George Laffont, interpretado por el cinco veces nominado al César Romain Duris, acerca de la crueldad, el miedo y los sentimientos de los soldados ante una muerte que no saben nunca por donde les va a venir, es de los mejores que se han visto en el cine.

Una película que sirve de homenaje a los grandes olvidados de las guerras, los supervivientes, que han de seguir adelante con una mochila llena de atrocidades vividas a la espalda.

Sin embargo, excesivamente lenta en algunos puntos que no aportan nada a la trama, el punto de vista original que tiene al principio, torna a la generalidad de las películas de este género, precipitándose en un final normal y corriente.

Escrito por Luz Nogues

https://cinemagavia.es/alto-el-fuego-pelicula-critica/
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