Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Cinemagavia:
7
Thriller. Terror Basada en una historia de M. Night Shyamalan. Un día cualquiera, cinco personas, que no se conocen, se quedan atrapadas en un ascensor de un gran edificio de oficinas. Muy pronto comienzan a suceder cosas extrañas y, poco a poco, se dan cuenta de que uno de ellos no es quien dice ser: es el mismísimo Satanás.
8 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Unidad de espacio, unidad de acción

La trampa del mal es una de esas películas de presupuesto más o menos bajo, que tras la pátina de sencillez oculta algunas virtudes que pueden pasar inadvertidas. En principio, como decíamos en la introducción, M. Night Shyamalan tenía en mente producir una serie de películas de terror escritas por él, pero dejando la dirección a otros realizadores. «The Night Chronicles» iba a llamarse el proyecto. Eran tiempos extraños para el director, con la crítica y el público cada vez más alejados de él. Sobre todo en virtud a los fiascos de El incidente (2008), que no está tan mal, y Airbender, El último guerrero (2010).

Este proyecto de delegación de la dirección en otras manos tampoco tuvo demasiado éxito y no se hizo ninguna de las películas que estaban previstas posteriormente. Sin embargo, La trampa del mal requiere cierta reivindicación. Se trata de una digna serie B, que hace de la economía de gastos una virtud y utiliza los elementos a su alcance de forma hábil e inteligente.

Para empezar, las localizaciones son escasas. El interior de un ascensor, sótanos, algunas oficinas, y algún ligero plano exterior, y poco más. De hecho, el 75 % de la acción se desarrolla en un ascensor que se ha quedado atrapado. Dentro hay cinco personas que, poco a poco, van a empezar a tener problemas.

*Agatha Christie con un toque sobrenatural

Estas cinco personas atrapadas comienzan a tener roces entre ellos y a acumular frenéticamente una considerable dosis de nerviosismo. Todo está siendo seguido de cerca por los encargados de seguridad a través de unas cámaras. Sin embargo solo podrán ver a los atrapados. No oírles. Entre idas y venidas de la tensión eléctrica se irán apagando las luces, y tras cada apagón una de las personas atrapadas morirá violentamente. Parece por lo tanto que hay un asesino entre ellos que, por algún motivo, quiere acabar con sus compañeros de cautiverio.

Por lo tanto la historia es un clásico whodunnit a lo Agatha Christie, pero reconcentrado en un ascensor. Uno de los vigilante de seguridad, Ramírez (Jacob Vargas), comienza a percibir malas señales alrededor. Algunas pésimas, como un suicidio en el mismo edificio. Finalmente llega a la conclusión, en base a ciertas creencias personales, de que uno de los atrapados en el ascensor es el mismísimo Satanás.

Al barullo acude el detective Bowden (Chriss Messina), que pronto se ve concernido de cerca por el caso. La película tiende un puente entre el clásico tema policíaco de «quién es el asesino» con una cada vez más probable causa sobrenatural. Es decir, La trampa del mal yuxtapone dos tipos de intriga, la detectivesca y la, por así decirlo, diabólica. La unión es curiosa porque aparte de usar el intelecto, para resolver el caso habrá que hacer hincapié también en lo metafísico.

*Extraños compañeros de ascensor

La trampa del mal basa sus poderes en varios aspectos. El primero de ellos, un leve pero eficaz estudio de personajes. Desde un atormentado mecánico que estuvo en Afganistán, a un charlatán vendedor, pasando por el guardia de seguridad. La película dura ochenta minutos y no hay mucho tiempo para descripciones, pero instintivamente algunos nos caen peor que otros. La historia de Shyamalan juega muy bien con la estratagema de «pasarse la bola», con la que se consigue finalmente que creamos que el culpable es uno u otro en función del momento. Pero solo uno puede ser el demonio.

Para aumentar vivamente la sensación de agobio, Dowdle no duda en transferir casi todo el protagonismo de la puesta en escena al reducido espacio de un ascensor. En un lugar, literalmente irrespirable, e insolitamente pequeño va a tener que resolverse un crimen. Si añadimos la sensación de imposibilidad de escape tenemos todos los elementos convenientes para crear una atmósfera sugestiva e inquietante. Cuando la película sale al exterior pierde un poco, pero esa parte tiene su función alentando la trama maléfica y situando una especie de mal fario que añade incomodidad.

Siendo Shyamalan el autor de la historia (guionizada por Brian Nelson) es totalmente coherente que haya una lectura moral en La Trampa del Mal. Muchos de sus guiones responden a un esquema de fábulas siniestras de la cual extraer una conclusión. Una de ellas puede ser la capacidad de camuflaje del mal. Ninguno de los encerrados en el ascensor tiene pinta de ser un asesino, y mucho menos de ser el diablo. Poco a poco, no obstante, iremos conociendo un lado turbio de los personajes. ¿Acaso están siendo castigados?

*La serie B como instrumento

Aunque la fotografía de Tak Fujimoto da a La trampa del mal un aspecto de cierta sofisticación, es más o menos intuitivo darse cuenta de que se trata de una película modesta. Apenas hay efectos especiales, no se llegan a los ochenta minutos de metraje y, como decíamos hay pocas localizaciones. Todo ello se conjunta para dar el resultado final de una película alejada de cualquier pretensión, entretenida e inspirada por la noble labor de la artesanía. En su sencillez está su secreto.

John Erick Dowdle venía de hacer un terror más visceral, como por ejemplo Cuarentena (el remake americano de Rec) pero se adapta perfectamente a los vericuetos psicológicos. Organiza bien los escasos elementos a su alcance y consigue que la historia fluya bien durante el reducido metraje. No sobresale por nada pero cumple diestramente.

Los actores están todos supeditados a la trama, que es la verdadera protagonista, pero muestran cierta habilidad para construir sus papeles. Nuevamente no hay nada fuera de serie, pero podemos citar la buena labor de Bokeen Woodbine en el papel de Ben, el guardia del edificio, y de Logan Marshall-Green como el mecánico veterano de Afganistán.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow