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Voto de Cinemagavia:
8
Drama Jacques es un escritor que vive en París. Todavía no ha cumplido 40 años pero cree que lo mejor de la vida está por llegar. Arthur es un estudiante que vive en la Bretaña francesa. Lee, sonríe mucho y se niega a aceptar que hay algo imposible en la vida. Jacques y Arthur se gustan y viven como si estuvieran en un sueño romántico o en una historia triste. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2019
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

La selección de la puesta en escena es sumamente importante, dado el romanticismo social que se cuela entre bambalinas. No es una película de amor, histórica o social, pero sí es un film romántico, ambientado en una realidad social de aquellos años. Paradójico y pareciendo que es lo mismo, el guion no pretende ser derrotista, ni con un exceso de positivismo: narra un momento vital, como la vida misma, en una montaña rusa. Puede que no se convierta en uno de los referentes del cine LGTBI, pero sí es un ejercicio cinematográfico importante que enmarca una manera distinta de mostrar lo que hay detrás de una enfermedad como el SIDA. Se habla de él quitándole el estigma, tratándolo con una normalización que es necesaria en la propia población. Dibuja unos personajes que se ven afectados por la enfermedad, pero que no pierden su identidad ante ella.

El amor en tiempos del sexo

Otra de las líneas narrativas a explorar de Vivir deprisa, amar despacio es un mensaje universal y posiblemente atemporal. El amor ha sido pensado en multitud de filmes, pero en esta ocasión, se habla desde la vertiente de anti-demonizar el sexo. Arthur, en una de sus escenas, habla claramente de la mortificación de la sociedad y del exceso de pudor a la hora de hablar de la intimidad. Además, a lo largo del film, se puede observar esa necesidad de desengranar la fórmula del amor, de cuestionar: ¿se da sexo en busca del amor? ¿se da amor para conseguir sexo? Es una reflexión que, incluso, se puede aplicar a los tiempos del sexo fácil en la época de las aplicaciones para ligar de ahora. Es un homenaje al erotismo y al vacío del placer mundano del sexo, pero con una naturaleza primigenia que el ser humano no debería temer.

Sin embargo, uno de los inconvenientes que se presenta en el film es la excesiva duración. Al extenderse en el tiempo, plantea de forma brillante frentes como el amor, el sexo, la ilusión, la vida, la enfermedad… pero se pierde en tramas secundarias innecesarias. Se adorna con una precisión a cada personaje, que crea una profundización dentro de su entorno, que a veces estorba y lo único que provoca es cierta reiteración de la naturaleza de los personajes. Un ejemplo de la no necesidad de saber absolutamente todo acerca del entorno de lo que sucede en escena. A excepción de la madre de Loulou y el propio Loulou, entrañables y cumplen su función como nexo humano. La química entre el tándem realizado de las personalidades de los personajes de Arthur, Jacques y Mathieu, se materializa en una de las mejores escenas de la película.

Dignidad interpretativa

Ya se pudo ver la calidad interpretativa de Pierre Deladonchamps en ‘El hijo de Jean’ con una personaje totalmente distinto. En Vivir deprisa, amar despacio Deladonchamps cambia ese halo de mirada gélida y misteriosa, por una calidez angulosa que engatusa al espectador hasta el final. La película es Deladonchamps, es algo imprescindible. La manera de expresarse, de moverse en escena, la liberación de conocer hasta las entrañas a su personaje… Simplemente excelente, una gran interpretación. Junto a él, Vincent Lacoste completa el segundo elemento de la ecuación. Esa picaresca que ya se pudo ver en ‘Lolo, el hijo de mi novia’, pero reconvertido en una normalización de la homosexualidad con una frescura que conecta a la perfección con Deladonchamps. Forman una pareja cinematográfica envidiable. Dos actores en su mejor época y con un magnetismo artístico palpable. Dignifican a sus personajes y circunstancias.

No se puede hablar del aspecto interpretativo sin hablar de Denis Podalydès. Tercer elemento de la ecuación final, que pese a no ser un protagonista total, es indispensable. Una visión de la homosexualidad sin esa óptica de la sensualidad, del éxito, de la belleza… sino desde una posición más descarnado. Crea una empatía hacia el espectador, sin necesidad de una identificación total o parcial, sino comprender sus pensamientos y sentimientos. Un pilar fundamental emotivo que sin él, la película perdería bastante. Es más, pese a lo controvertido del final y pudiendo crear dispares opiniones, es uno de los puntos más positivos. Un homenaje a los distintos tipos de amor en la vida y el desenlace trágico romántico crudo de la propia existencia.

Por último, mencionar que el resto del reparto consigue que haya un acabado artístico muy bien escogido y dirigido. Un reparto en auge.

Conclusión

Vivir despacio, amar deprisa es una película necesaria para desmitificar el placer «sucio», el amor, la sexualidad. Hablar de una normalización del VIH y las secuelas que ello produce. Una narrativa que consigue enganchar al espectador sin un sentimentalismo lacrimógeno, desde una vertiente verosímil y fresca. Deladonchamps, Lacoste y Podalydès forman un trío interpretativo excelso. Una conexión palpable, que se consolida con unas interpretaciones soberbias.

Unas líneas narrativas profundas y sin intención de ser otra comedia “feel good francesa”. Un guion interesante y complejo, que únicamente flojea en el exceso de narración del entorno de los personajes. Un canto a una época pasada en el que el estigma del amor, el sexo, la homosexualidad y las ETS son murales que reflexionar hacia el camino del sentir. No muy lejos de la actualidad.

Escrito por Diego Da Costa
https://cinemagavia.es/vivir-deprisa-amar-despacio-critica/
Cinemagavia
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