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Voto de Cinemagavia:
7
Comedia Ramón es un joven apocado a punto de heredar el imperio levantado por su riguroso y hermético padre. Bermejo es un veraneante metódico enfermizo del orden y enemigo de la improvisación. Ayoub, un africano sin papeles que persigue su sueño acompañado por una mujer insoportable. Y Alipio es un pequeño empresario sumido en la ludopatía y la desesperación... Los cuatro protagonizan esta comedia formada por historias de humor interconectadas ... [+]
22 de noviembre de 2020
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Javier Fesser arriesga

Historias lamentables pasa a engrosar una carrera, como la de Javier Fesser, arriesgada y eminentemente personal. Su debut, sin tener en cuenta los cortometrajes, con El milagro de P.Tinto (1998) fue una bocanada de aire fresco capaz de aunar humor delirante y ternura. Incluso había ciertos indicios del cine de Jeunet y Caro. A partir de ahí el director español ha ido bailando de géneros con mayor o menor fortuna, pero siempre dejando alguna marca de agua de su estilo.

Lo mismo ha dedicado películas a Mortadelo y Filemón (tanto de acción real, como de animación), como ha realizado un drama de alta potencia como Camino (2008), o una exitosísima feel good movie como Campeones (2018). Es dedir, Javier Fesser es un director que ha mantenido una actitud libre, sin servidumbres de estilo, pero también, conviene decirlo, sin olvidar el factor del público. Posee la facultad de contar historias empáticas para llegar a un numeroso espectro de gente, pero sin olvidar su manera de hacer las cosas.

Desde cierto punto de visto Historias lamentables significa otro golpe de timón, hacia rumbos no demasiado hollados por Javier Fesser. Bien es cierto que ya había tocado el humor, y que hay ciertas reminiscencias de El milagro de P.Tinto, pero mientras en su debut había personajes entrañables sobre un fondo de ternura, en Historias lamentables hay una hilaridad mucho más negra. Incluso más cruel con los personajes que, por otra parte, no siempre son acreedores de nuestra simpatía. Es, por lo tanto, otra vuelta de tuerca.

*El rayito

La primera historia, El rayito, es la más breve y quizá la menos atractiva. Se sitúa en una multitudinaria fiesta de jubilación del fundador de una empresa de transporte. La celebración la conduce su hijo Ramón (Pol López), que comanda una insólita ceremonia, algo teatral y disparatada. La actuación de este heredero de la empresa flirtea con el esperpento y la vergüenza ajena. La resolución, que prometía un momento de cierta talla emotiva, pega un giro con una aceptable muestra de humor negro. Lo que no evita la sensación de ser un fragmento un poco a medio terminar, cumplidor pero sin excesivos detalles.

Sin embargo, viene bien para comprobar la atención que presta Javier Fesser a la puesta en escena. El estilo es completamente teatral, de notable colorido y potentes movimientos de cámara. Se podría intentar encontrar una especie de subtexto que habla sobre la nostalgia, y de cómo los nuevos tiempos van dejando obsoletos a máquinas y personas. Las actuaciones no tiene mucha historia, salvo la llamativa y protagónica de Pol López. Una primera muestra del patetismo de este conjunto de historias.

*El hombre de la playa

Historias lamentables sube la apuesta con un relato más extenso, desarrollado e incómodo. Cómicamente incómodo. El protagonista del mismo es Bermejo (Chani Martín), un hombre presentado como huraño y gris. Cumple, y exige cumplimiento a los demás, hasta de la más nimia de las normas. Sin embargo, su pautada vida está apunto de dar de buenas a primeras, un cambio a un tragicómico caos. Bermejo quiere disfrutar, como es costumbre en él, de un amanecer en la playa de Gandía (Valencia). Sin embargo, un primer encuentro con un antiguo conocido va a ser el inicio de una concatenación de sucesos kafkianos. Sucesos cada vez más insólitos y enervantes.

Este relato, más a tono con el espíritu de Historias lamentables, introduce elementos inhóspitos. Todos los malos lances que sufre Bermejo son un bombardeo de contrariedad delirante. Sin embargo, nos encontraremos con que nos estamos riendo de situaciones que a priori no tienen nada de hilarante. Es un poco como reírnos de las desgracias ajenas. Curiosamente, Bermejo no nos causa demasiada empatía y casi sentimos que el destino se está vengando de él. Aunque en su pasado hay algunos trazo trágico.

La producción, la fotografía y el color, están, como es habitual, están cuidadísimos e imprimen el aspecto característico de Javier Fesser.

*El cumpleaños de Ayoub

Y continuamos con las Historias lamentables. En este tercer segmento el protagonismo lo comparten Ayoub (Matías Janick), un inmigrante africano que trata de ganarse la vida como jardinero, y Laura Gómez-Lacueva, que da vida a Tina, una cruel, aprovechada y malhumorada mujer. Cuando Ayoub se ofrece a adecentar el jardín de Tina, se inicia entre ellos una auténtica relación de explotación en la que ella se convertirá en la pesadilla viviente del inmigrante africano.

Es el típico caso de abuso de paciencia, y de conocer cual será el punto en que estallará el personaje agraviado. Tina abrumará a Ayoub con todo tipo de jugarretas, hasta un punto realmente cruel. Nuevamente las risas surgen de situaciones incómodas, en una suerte de humor de la desgracia. No obstante, hay matices que nos dejan indicios del por qué del comportamiento desalmado. Ni que decir tiene que el tono absurdo, casi surreal, permanece inalterable.

*La excusa

Dentro de sus Historias lamentables, Javier Fesser deja la narración más desatada, descacharrante y alocada para el final. Parte de la premisa de la existencia de una empresa llamada Excusas S.L, que prepara de la forma más teatral, aplastante y exagerada, una incontestable justificación para los pecadillos de sus clientes. Alipio (Alberto Castrillo-Ferrer) ha estado desfalcando dinero de la empresa familiar durante años. Sus hermanas al descubrirlo exigen una convincente rendición de cuentas o lo encarcelarán. Alipio decide recurrir a Excusas S.L para que le ofrezcan, como el nombre de la empresa indica, una excusa irreprochable.

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Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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