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Voto de Cinemagavia:
9
Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
21 de abril de 2019
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Entre el cuento y el horror

La noche del cazador basa buena parte de su innegable encanto en los contrastes. Aúna tonos infantiles en la historia, vista en buena parte a través de los ojos de los niños, con toques realmente siniestros tanto en los paisajes como en los personajes. El hecho de que los antagonistas del funesto predicador Harry Powell (Robert Mitchum) sean dos niños añade una inquietante sensación de indefensión.El predicador es implacable, ambicioso y amoral; no duda en llegar al asesinato, como en este caso, para conseguir dinero o cualquier objetivo.

Para subrayar la atmósfera opresiva, La noche del cazador cuenta con una modélica fotografía en blanco y negro de corte expresionista, que con sus juegos de claroscuro nos traslada a un mundo casi irreal aunque seductor.

Dos tipos de religiosidad

La religión juega un papel muy importante en La noche del cazador. El siniestro reverendo Powell es la vertiente farisea, manipuladora, altisonante y, por supuesto, peligrosa. Otra religiosidad muy distinta es la de Rachel Cooper (Llilian Gish, antigua estrella del cine mudo y musa del pionero D.W Griffith), que resulta compasiva, cálida y protectora. Curiosamente la religiosidad del falso reverendo cala entre la pacata y santurrona población donde viven los niños, John y Pearl, con su madre, siendo todos engañados menos el astuto John. Uno de los momentos más estremecedores de La noche del cazador es el piadoso “duelo de cantos” entre el reverendo y Rachel, como preludio de la siguiente y tensa escena.

La mano del amor y la mano del odio

La noche del cazador nos ha dejado una de los villanos más icónicos y perturbadores de la historia del cine: el falso reverendo Harry Powell. ¿Qué tiene de particular este personaje? En primer lugar el rostro y la complexión física de Robert Mitchum se prestan para ello; realmente este actor puede protagonizar a buenos malvados, recordemos también El cabo del terror. Por otro lado, es un personaje absolutamente frío y demente que se nos presenta perfectamente al inicio de la película como alguien sumamente cruel. Y, no podían faltar, las inscripciones “love” y hate” en los dedos del reverendo, representando (según él) la pugna entre el bien y el mal. Todo en Harry Powell aterroriza.

Es de señalar que, aparte de su insaciable ambición, el reverendo es un profundo misógino que, como se puede ver en varias escenas, castiga a la mujer como símbolo de perdición y pecado. Es precisamente la religión la coartada que usa Harry Powell para cometer sus fechorías, como si sus designios fuesen confirmados por el propio Dios.

La persecución

Gran parte de La noche del cazador se condensa en una persecución constante e inmisericorde del reverendo Powell para alcanzar a John y a Pearl. Los escenarios en los que se va desarrollando la persecución a menudo tienen un componente onírico que hace nos traslademos a una ensoñadora pesadilla. Son parajes, además, típicos del sur de los Estados Unidos y remiten al gótico americano o a la literatura de Mark Twain representada por Huckleberry Finn. También es importante el contexto temporal y social de la película, que no es otro que la Gran Depresión y su especial repercusión en el campo.

Dentro de este ámbito, la persecución del reverendo es obsesiva y angustiosa. En un momento dado John, al ver la silueta de su perseguidor a lo lejos, se pregunta “¿Pero es que nunca descansa”?, dándole atributos casi sobrenaturales.

Los niños son fuertes

Podemos ver en La noche del cazador un afán de moraleja sobre la infancia y su resistencia ante las adversidades. Tal reflexión nos la deja la maternal Rachel Cooper (el personaje de Lillian Gish) que confía y alienta la confianza en los niños, mientras alrededor los adultos roban, matan, engañan o se fanatizan. Con John establece una relación especial, apoyándole de manera directa o subrepticia.

Conclusión

La noche del cazador es una película magnética pero, al mismo tiempo, difícil de catalogar. Nos muestra una particular versión de la infancia, que ha de resistir en tiempos adversos y peligrosos. La fascinante mezcla de géneros hace que participemos de un tétrico cuento de hadas de siniestra belleza. Nos deja, además, una de las mejores interpretaciones de Robert Mitchum en su encarnación del diabólico reverendo Harry Powell.

Escrito por Mariano González
https://cinemagavia.es/la-noche-del-cazador-pelicula-critica/
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