*El otro, la otra

Espejo espejo nos introduce en el ambiente de una empresa de belleza. Una oficina habitada por diferentes personajes, todos ellos con una gran carga a sus espaldas. Tenemos a Cristina (Malena Alterio), una mujer siempre a la sombra que empezará a cuestionarse su identidad. A su lado, Paula (Natalia de Molina), la hermana de Cristina, una joven entusiasta repleta de ideas frescas y a la moda. El jefe, Álvaro (Santi Millán), un tipo mediocre que siempre se ha pensado más de lo que realmente es. Sin olvidarse de Alberto (Carlos Areces), el "gordo" buenazo de la oficina que ha dejado de preocuparse de sí mismo. O Antonia (Betsy Túrnez), la portera siempre despreciada.

Personajes que continuamente establecen un diálogo con su reflejo, de forma literal, en una especie de desdoblamiento. Como si continuamente tuvieran que luchar contra sus demonios. Contra aquella vocecilla interior que frena sus anhelos y coarta sus ganas. Ya sea para dejarles claro que son feos y no tienen ninguna oportunidad con la chica que desean. O para hacerles olvidar la disforia de género que guardan desde niña con cientos de candados. En un ejemplo del poder de la mente para frenarnos con mensajes limitantes que únicamente crean malestar en nosotros. Sabedora de la capacidad innata de nuestro cerebro para subrayar lo negativo frente a lo positivo.

*Un pupurrí de temas candentes

En un continúo diálogo que a Espejo espejo le sirve para tratar numerosos temas de rabiosa actualidad. Siempre con la identidad como elemento vertebrador, especialmente en el personaje de Cristina. Una mujer imbuida en un drama personal que no parece recibir ningún tipo de comprensión. La película aborda temas como el feminismo, el concepto de belleza o el poder del lenguaje. Con el poder que hoy en día tienen los cánones de belleza para sufrimiento de muchos y muchas. O la cultura de lo políticamente correcto, de la que se sirven muchos exclusivamente en búsqueda de beneficios. Así como las dinámicas y vicios de un ambiente laboral bastante tóxico. Que debe hacer sitio a lo nuevo.

En un guion que destaca por su agilidad y su metraje reducido, se agradecen mucho sus ochenta minutos. Y por supuesto su elenco de actores. Empezando por Natalia de Molina, muy creíble en su personaje de una community manager fiel a sí misma. Muy fresca, alejada del dramatismo de otros personajes. A su lado destacar la gracia de Carlos Areces para transitar por un humor, en ocasiones, lamentable. Así como el esforzado dramatismo austero de Malena Alterio o las divertidas apariciones de Betsy Túrnez. Además de la emocionante aparición de Verónica Forqué o una siempre punzante Loles León.

*Quizás a otros les llegue

Dicho todo esto, dudo que Espejo espejo llegue a un público masivo y heterogéneo. Ojalá lo haga, pero quién escribe no ha sentido nada de lo que debería sentir. Resulta muy complicado empatizar con la transición que vive Cristina, algo fundamental visto el drama que conlleva. Ni tampoco me río con el humor que se plantea, más allá de las apariciones de la portera o la presencia de Verónica Forqué. Empezando por un inicio muy grosero e innecesario que recuerda algunos ejemplos de cine casposo. Con un guion que trata muchos temas de forma concisa, pero a la vez artificiosa. Y una música no diegética constante que te recuerda las emociones que no fluyen.

Creo que la idea es muy interesante y que, sin embargo, trasladado a la pantalla carga excesivamente. No debe ser nada sencillo rodar secuencias en las que un actor se habla a sí mismo y es de alabar. No obstante, el resultado final es muy vanidoso. Con historias que no engarzan y personajes con demasiada presencia, en detrimento de otros más interesantes. Así como un final demasiado precipitado.

*Conclusión

En resumen, Espejo espejo es una propuesta curiosa, pero fallida sobre la identidad. Protagonizada por un elenco coral que se enfrenta a su reflejo, en un juego de espejos constante. En el que cada uno debe lidiar con unos demonios que limitan nuestras ganas y alimentan nuestros miedos. Sin embargo, la premisa original queda diluida en una historia falta de credibilidad. Con un guion que destaca por su concisión, pero que no aporta ni humor, ni sentimiento. Siempre con una música en búsqueda de la emoción y una palpable sensación generalizada de vanidad. Ojalá haya quién sienta algo tras verla.

Escrito por Laura Tabuyo Acosta