*Humor y miseria

Si hay un factor que caracteriza positivamente a esta historia es el inmenso valor de su contenido, un contenido que por la cantidad de críticas sociales que tiene se mantiene vigente hasta la actualidad. Fernando Fernán Gómez trata de sumergirnos sutilmente en esas crisis que comenzaban a surgir en España desde el mundo de vista del contraste con un amor juvenil y puro.

La visión del director es perfecta al retratar de la mejor manera la dura lucha de dos jóvenes recién graduados que tratan de construir sus propias vidas juntos, su propia familia, su propio hogar y su propia estabilidad económica, mientras se chocan de lleno con la realidad de una sociedad con oportunidades cada vez más escasas y con expectativas mucho más altas. Sin duda es un argumento magnifico que para la época era necesario y que ha envejecido muy bien hoy en día.

*Innovación narrativa

Si bien su historia es fundamental, la manera de Fernán Gómez de narrar esta historia es sumamente inteligente. Una edición y montaje práctica de lo más ingeniosa para la época. La utilización del flashback y del narrador presente como elementos principales hacían que la película se convirtiese en un relato personal del mismo director, pero además se convertía en un monologo muy fácil de digerir, y muy atractiva para quien la viese.

Una de las mejores secuencias de la cinta involucra la voz en off de una persona tartamuda mientras intenta relatar los hechos de un accidente de coche en el que Josefina Castro se vio involucrada. El ambiente de buen humor que rodea a esta escena es magnífico. Todas las imágenes se repiten y repiten mientras este hombre intenta una y otra vez contar lo sucedido. Un detalle técnico, pionero para aquel momento, que te daba una idea de lo innovador del trabajo de Fernán Gómez para el cine en el siglo XX.

*Cine de calidad

Más allá del gran valor histórico que pueda tener esta cinta a nivel de producción y de ideas, hay que destacar que no solo es grandiosa por eso. Si hablamos de cine en su expresión artística, La vida por delante tiene mucho que ofrecer. Un par de actuaciones protagónicas de una calidad superior, donde los papeles de Fernando Fernán Gómez y de Analía Gadé crean una fuerte química que se siente real, y que hace que el espectador se comprometa también con sus vidas.

Esto sin duda es un punto fuerte para el desarrollo de la trama y de sus reclamos sociales, ya que si el espectador no empatizase de esta manera con las dos piezas clave de su argumento, las ideas que plantea no hubiesen llegado de la forma en que llegaron. Por esta razón, es más que aplaudible el camino que tomó su director y protagonista.

*Conclusiones

Más de sesenta años después, la historia de amor y lucha social planteada por el director Fernando Fernán Gómez es hoy tan vigente y necesaria como lo fue en el momento de su estreno en 1958. La vida por delante con detalles técnicos sorprendentes para su época y con un humor sarcástico bien logrado que transforman los problemas más difíciles de la sociedad más joven en deseos positivos de esperanza.

Escrito por Luciano Ferranti