El director americano de cine de acción Brian Taylor emprende una propuesta novedosa para configurar un inédito filme de terror con Mom and Dad. La visión apocalíptica será abordada con un ingrediente que nadie lo podía esperar. En un ambiente demencial, los padres se convertirán en los peores enemigos de sus hijos. La película fue presentada en el pasado Festival de Toronto y participó en la sección oficial del Festival de Sitges.

Pese a abordar una muy original temática, Mom and Dad recurre a recursos narrativos que han sido utilizados en demasía en filmes de corriente apocalíptica, desde la década de 1970. Emplea a los noticieros de televisión para que en ese espacio se intente deducir qué es lo que está pasando en el mundo y se lancen hipótesis de corte científico para dotar de credibilidad a una historia. Mientras tanto, el caos y la incertidumbre reina en otras latitudes escénicas del filme.

El grupo de personas con un interés común y con mirada inquietante, que devela algún serio problema en su psiquis, esperan el momento oportuno para traspasar barreras físicas, como cercas y ventanales, y atacar a inocentes. Es un instante cinematográfico que se lo ha visto desde las epopeyas zombis de George A. Romero.

Si bien, la película empieza con elementos sorpresa que avizoran una gran toma va cayendo de inmediato en situaciones previsibles que hilvanan un argumento que va defraudando mientras se lo desarrolla.

Mom and Dad pretende ser un filme de terror en donde la extrema violencia, instaurada incluso en el propio seno familiar, sea la encargada de inquietar al público. Sin embargo, olvida o no es capaz de crear una atmósfera que sustente a la historia y a la acción.

La propuesta de Brian Taylor se coloca en una corriente de sensacionalismo cinematográfico en donde los golpes y las heridas profundas, en cualquier parte del cuerpo humano, sean matizadas con altos niveles de sangre y gritos de dolor.

De los recursos cinematográficos que utiliza este filme, pocos son los que destacan. Entre ellos, la presentación de los créditos iniciales. Es un momento envolvente, que recuerda, por su música y construcción, a determinados filmes de culto o de corte europeo de las décadas de 1960 y 1970.

Las matices de esta introducción, tanto en imagen como en sonido, anticipan una interesante sesión fílmica pero eso no llega a suceder.

Escrito por Víctor Carvajal
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