Creo que Wajda se supera a sí mismo definitivamente al presentarnos esta referencia histórico-épica de sacrificio y que, con ello, rinde tributo a la Historia con mayúscula. Toda una lección de a qué nos lleva el nacionalismo y la supraindividualidad que éste conlleva. Por otro lado creo que el guión está planteado de un modo magistral, especialmente las escenas finales, de una intensidad, dolor y emoción difícilmente superables. Es evidente que Wajda es capaz de sentir en su propia piel lo que está contando y esto es lo que hace que la historia nos llegue con tanta intensidad. Desde el punto de vista histórico la calificaría de impecable y muy sobria. Espero que nadie se atreva a criticarla por falta de objetividad, porque no hay tal cosa en la historia si tenemos en cuenta la gran cantidad de refracciones por las que puede llegar a pasar ésta.