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España España · Shangri-La
Voto de Echanove:
8
Drama Un joven sacerdote es destinado a una pobre parroquia minera. Allí intentará por todos los medios poner fin, por medio del Evangelio, al justificado rencor de los mineros, que viven en una sangrante situación de miseria e injusticia social. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas del olvidado Rafael Gil, que en 1953 ya había dirigido la magnífica "La calle sin sol" o las más que notables "Mare Nostrum" y "Una Mujer cualquiera", junto a Maria Félix, por citar algunos hitos de su dilatada y a veces injustamente menospreciada filmografia.

Aunque "La Guerra de Dios" tenga algunos defectos atesora una gran virtud propia de las buenas peliculas: emociona y si eres sensible puede llegar a hacerte llorar como poco consiguen otras cintas. Además, está cargada de intenciones tan buenas como efectivas y presenta una visión de la religión tan socialmente militante y devota como alejada del "cine de estampita" propio de aquélla epoca.

Y vista hoy sorprende un tanto, y desmonta más de un prejuicio, que en España pudiese hacerse en los años 50, y antes del Concilio Vaticano II, una peli de estas características, en la que "un cura obrero" toma partido por los trabajadores de una mina frente a los patrones con el evangelio en la mano.

Y es claro que su mensaje es tributario de la llamada "ideología social" del régimen franquista, pudiéndosele achacar cierta "ingenuidad frankcapriana" y un exceso de sentimentalismo. En este sentido, debe subrayarse el protagonismo de los niños en aras del entendimiento entre los mayores, haciéndoles depositarios de la esperanza en un futuro de consenso y armonía social como contrapartida a la lucha de clases. Y es asimismo muy significativo el que la acción se ubique en 1930 (!), justamente poco antes del advenimiento de a Segunda República.

Pero todas estas reflexiones contextualizadoras, inevitables si se quiere entender mejor la película y hasta disfrutar más de ella, no le restan un ápice de valor y emoción a una cinta que en ocasiones no sólo le hace pensar a uno en Frank Capra (Escrivá sabia muy bien cómo conmover), sino en el neorrealismo italiano y hasta en John Ford en algún rato (la referencia a "Qué verde era mi valle" es inevitable).

Y es que por algo se llevó la Concha de Oro en San Sebastián y otro premio en Venecia. La direccion de Gil es habílisima y, como en sus mejores pelis de esa época, la puesta en escena, la ambientación (decorados de Alarcón) y la fotografía en escenarios naturales de Alfredo Fraile es tan bella como eficaz. La caracterización, dirección e interpetacion de los actores también es estupenda y hay algún secundario como José Marco Davó a quien uno nunca había visto saliéndose y llenando pantalla como en las secuencias que aquí tiene. Por no hablar de lo que mola volver a ver revelándose como actor-nño a Jaime Blanch y lo bien que ya entonces se desenvolvía frente a la cámara. Justo aquel año hizo también "Jeromín", bajo la dirección de Luis Lucía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Echanove
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