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Voto de Echanove:
9
7,4
13.729
Drama
Frank Galvin (Paul Newman), un maduro abogado en decadencia, es un adicto al alcohol que sobrevive gracias a pequeños y rutinarios trabajos. Un antiguo socio le recuerda el caso, todavía sin resolver, de un error médico cometido en un hospital y del que Galvin se había ocupado. No es nada fácil para él trabajar de nuevo de forma profesional, pero su tesón es tal que no tarda en averiguar que puede ganar el caso. Es entonces cuando ... [+]
16 de agosto de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras volver a verla hace unas horas, he vuelto a constatar el gran peliculón que es "Veredicto Final", cómo te absorbe desde el primer minuto por lo bien hecha que está y la grandeza de la historia que cuenta.
Posiblemente sea junto a El Buscavidas (Robert Rossen, 1961) -otra historia de fracaso, alcohol y redención- la mejor peli de Paul Newman, y mira que tuvo pocas malas. Aquí, en plena madurez, no solo luce tan guapo, majo y oxigenado como siempre, pese a sus cincuentaitantos, sino que aprovechando su físico, despliega una expresividad inenarrable.
A la magistral dirección de Lumet para ilustrar el magnífico guión de Mamet no le sobra un plano y esos movimientos de cámara elegantes y concisos que tiene -en el inicio de su carrera se le había reprochado alguna vez el abuso del plano/contraplano- mientras se presenta la trama valen un potosí. Lo mismo que la bellísima fotografía de tonos ocres en interiores y fríos, azules, casi grises en exteriores, que según he leído por ahí alguien ha comparado con Rembrandt, aunque a mí a quien de verdad me recuerda más la peli es a la estética y los personajes de los cuadros de Edward Hopper.
Y luego está la dimensión épica de la historia: el enfrentamiento de David con Goliat, pero de un David alcohólico y fracasado (Newman) que gracias al caso que le proporciona el único amigo que le queda (Jack Warden) encontrará una oportunidad para redimirse. Porque más allá de la trama judicial, que está magistralmente expuesta, y de sus implicaciones políticas críticas respecto a un sistema corrupto, "Veredicto Final" es también, y sobre todo, la historia de la salvación moral de un hombre, de la recuperación de su autoestima y su dignidad.
Todo ello dota a la cinta de un empaque y aroma inconfundibles, los del cine de la época dorada de Hollywood, hasta el punto de tratarse de un gran clásico moderno. Y si en aquel tiempo una historia como esta hubiese pedido a gritos la presencia de Humprey Bogart, cuarenta años mas tarde Frank Galvin solo podía ser Paul Newman.
Posiblemente sea junto a El Buscavidas (Robert Rossen, 1961) -otra historia de fracaso, alcohol y redención- la mejor peli de Paul Newman, y mira que tuvo pocas malas. Aquí, en plena madurez, no solo luce tan guapo, majo y oxigenado como siempre, pese a sus cincuentaitantos, sino que aprovechando su físico, despliega una expresividad inenarrable.
A la magistral dirección de Lumet para ilustrar el magnífico guión de Mamet no le sobra un plano y esos movimientos de cámara elegantes y concisos que tiene -en el inicio de su carrera se le había reprochado alguna vez el abuso del plano/contraplano- mientras se presenta la trama valen un potosí. Lo mismo que la bellísima fotografía de tonos ocres en interiores y fríos, azules, casi grises en exteriores, que según he leído por ahí alguien ha comparado con Rembrandt, aunque a mí a quien de verdad me recuerda más la peli es a la estética y los personajes de los cuadros de Edward Hopper.
Y luego está la dimensión épica de la historia: el enfrentamiento de David con Goliat, pero de un David alcohólico y fracasado (Newman) que gracias al caso que le proporciona el único amigo que le queda (Jack Warden) encontrará una oportunidad para redimirse. Porque más allá de la trama judicial, que está magistralmente expuesta, y de sus implicaciones políticas críticas respecto a un sistema corrupto, "Veredicto Final" es también, y sobre todo, la historia de la salvación moral de un hombre, de la recuperación de su autoestima y su dignidad.
Todo ello dota a la cinta de un empaque y aroma inconfundibles, los del cine de la época dorada de Hollywood, hasta el punto de tratarse de un gran clásico moderno. Y si en aquel tiempo una historia como esta hubiese pedido a gritos la presencia de Humprey Bogart, cuarenta años mas tarde Frank Galvin solo podía ser Paul Newman.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Incluso la trama de amor con Charlotte Rampling, que desembocará en frustración y desengaño, a causa de su traición, pero que está llena de ambiúedades y sutilezas, tanto al mostrar el alcoholismo de ella como su enamoramiento, le entra a la película como un guante y contribuye a que la trama crezca y se enriquezca.
Una trama en la que una de las mayores notas distintivas respecto a modelos anteriores tal vez sea la falta de grandilocuencia y de pretensiones, como se aprecia en el modesto y algo balbuciente alegato final de Galvin o en el hecho de que la verdad termine por imponerse pese a no haberse obtenido por métodos legales. De modo que no se trata de arreglar el mundo, sino de actuar individualmente haciendo lo que uno cree que sea justo. Y aunque para ello haya que hacerlo a veces algo al margen del sistema, respecto al que la peli muestra casi siempre una actitud escéptica.
Y es que en esto último 'Veredicto Final' se diferencia bastante de la otra gran obra maestra de Lumet, 'Doce Hombres sin Piedad' (1957), en la que la redención individual de su protagonista (Henry Fonda) no es algo que en ningún momento esté sobre aquella larga mesa en la que cual doce apóstoles se sientan los jurados. Porque, en realidad, de lo que iba aquella gran película era de redimir al sistema a través de la valerosa actitud de Henry Fonda. Pero aquí, lo prioritario no es dejar bien al sistema, sino la redención individual de Galvin al tener el coraje suficiente para hacer lo que cree justo.
Una trama en la que una de las mayores notas distintivas respecto a modelos anteriores tal vez sea la falta de grandilocuencia y de pretensiones, como se aprecia en el modesto y algo balbuciente alegato final de Galvin o en el hecho de que la verdad termine por imponerse pese a no haberse obtenido por métodos legales. De modo que no se trata de arreglar el mundo, sino de actuar individualmente haciendo lo que uno cree que sea justo. Y aunque para ello haya que hacerlo a veces algo al margen del sistema, respecto al que la peli muestra casi siempre una actitud escéptica.
Y es que en esto último 'Veredicto Final' se diferencia bastante de la otra gran obra maestra de Lumet, 'Doce Hombres sin Piedad' (1957), en la que la redención individual de su protagonista (Henry Fonda) no es algo que en ningún momento esté sobre aquella larga mesa en la que cual doce apóstoles se sientan los jurados. Porque, en realidad, de lo que iba aquella gran película era de redimir al sistema a través de la valerosa actitud de Henry Fonda. Pero aquí, lo prioritario no es dejar bien al sistema, sino la redención individual de Galvin al tener el coraje suficiente para hacer lo que cree justo.