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España España · Shangri-La
Voto de Echanove:
8
Comedia Una mañana de un día veraniego, en un apartado restaurante, un grupo de pescadores de caña se reúnen para celebrar su banquete anual conmemorativo. Pero en esta ocasión parece como si las circunstancias se hubieran conjurado en contra de los comensales e intentasen boicotear el acto. Primero, porque cientos de gorrones incontrolados irrumpen en el local. Después porque los empleados de la cocina se han declarado en huelga. (FILMAFFINITY) [+]
20 de febrero de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le pese a quien le pese, una metáfora de la clase política de la Transición absolutamente imprescindible, tanto por lo certero del disparo como por haber sido rodada cuando aún estábamos inmersos en aquel proceso político, pero también por ser muy divertida y porque te arrancará muchas carcajadas.

Y totalmente reivindicable hoy en día, tras haber caído en ¿intencionado? olvido durante décadas pese a haberse alzado con el Oso de Oro en la Berlinale.

Y es que al margen de sus lecturas politicas, la peli puede ser a ratos tan divertida y devastadora como El Guateque (Blake Edwards, 1968) o tan salvaje como La Gran Comilona (Marco Ferreri, 1973), mas también casi tan magistral como El Angel Exterminador (Luis Buñuel), peli con la que no sólo tiene en común el encierro de un grupo de vacíos burgueses en un espacio cerrado, sino referencias que constituyen homenajes sutiles como el de la verja de la entrada o la plebeya multitud enardecida al margen del elitista colectivo que accede al almuerzo.

Por tanto, no es sólo una despiadada enmienda a la totalidad a los putrefactos cenáculos del Restaurante José Luis o de Mayte Commodore en cuyos reservados (dicen) se gestó nuestra Santa Transición, lo que la convertiría en una peli coyuntural, sino que se trata de un filme con mucho más que rascar, además de que sea muy cierto, como alguien ha dicho, que se inscribe en la tradición esperpéntica de Berlanga, o del curioso dato histórico de que fuera financiado y rodado en régimen de cooperativa.

La presencia de un nutrido grupo de actores argentinos recién represaliados por la Dictadura de aquel país y refugiados en España que, con su acento, puede producir cierta extrañeza, no solo no perjudica sino que beneficia al reparto coral de la cinta y al caos general que García Sánchez traslada al espectador con éxito, además de dotarla de un explícito carácter universal. Y lo mismo sucede con toda la labor de cámara y montaje, cuyo desmañamiento solo es aparente. Algunas secuencias, como la de Hector Alterio encabezando al grupo de trabajadores que abandonan el local entonando el "Volver" de Gardel es antológica y lo mismo puede decirse de alguna intervención de Huete. A destacar también la presencia de secundarios tan olvidados como majetes, caso entre otros de Eduardo MacGregor, un jovencísimo Kike San Francisco o Fernando Chinarro, quien no sé si tuvo alguna vez papeles con más frase, al margen de sus intervenciones junto a Gaby, Fofó y Miliki.
Echanove
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