Sin duda, como muchas películas de culto (no todas, por supuesto), no aguantan una revisión desapasionada.
Si bien es una película de referencia para el subgénero de muertos vivientes del subgénero gore del subgénero de cine de terror. La calidad del metraje es pésima. Escasas escenas y encuadres son de calidad, el resto resulta muy atropellado.
Es mérito de G.A. Romero, sin embargo, el poder inundar el film de una atmósfera claustrofóbica y mal sana, donde el exterior de la casa es aterrador y el interior es como poco inquietante. En su día, la cinta daría más miedo que hoy, con muchas cosas nuevas para el espectador. Pero en esas fechas ya se hacían películas de verdadera calidad. Esta, carece en muchos momentos de esa calidad.
Un montón de buenas intenciones e ideas que se copiarán hasta la fecha hasta la saciedad. Pero al fin y al cabo en términos de artísticos esta obra es como el arte rupestre, imprescindible para comprender lo que en el futuro vendrá, valiosísima en sí misma pero está muy lejos de ser una obra de arte como un Picasso.