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España España · Barcelona
Voto de Ulher:
10
Drama Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años enferma de cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Mágical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a intentar encontrar el dinero de forma desesperada cuando conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven casada que sufre ... [+]
17 de octubre de 2014
14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede el deseo de una niña cambiar la vida de quienes la rodean y de los que no? Carlos Vermut responde de forma tajante a través de la alquimia en que ha convertido esta arrolladora idea. Una joya delicada, de esas tan difíciles de encontrar. De esas que parecen romperse en cualquier instante. De esas cuya belleza conduce al abismo del terror. Eso es Magical Girl, un continuo viaje hasta el precipicio. Pareciera que disfruta guiando al espectador hasta estrellarse contra un muro y sin embargo sabe perfectamente en que punto dar volantazo. Su aparente fragilidad la convierte en su mayor virtud y su atrevimiento en una pieza kamikaze directa al estómago. Golpea pero el efecto no es inmediato. Hace daño, y mucho, y de ello se enriquece. Digno paradigma de un nuevo cine más allá de nacionalidades. Porque en Magical Girl se respira constantemente el aroma a clásico desembalado. Fascinante y experimentado. Sorprende, por tanto, que quien mueve los hilos apenas sea un recién llegado.

Estamos ante un trabajo de orfebre. Milimétricamente cuidado, mimado al detalle con la clara intención de romper en el público la fibra que separa el raciocinio de la intuición. Vermut orquesta los silencios como pocos obligando al espectador a completar el guión, a colocar la pieza que falta en las continuas elipsis objetivas marca de la casa. Un esfuerzo digno de una recompensa de escándalo porque su cine, ante todo, requiere predisposición. La entrega se hace necesaria para alcanzar la total satisfacción que Magical Girl otorga. Es una de las experiencias más estimulantes que el cine patrio ha brindado en mucho tiempo por lo que asomarse a la cornisa de esta historia y no temblar es digno de tratamiento.

Adentrarse en este entresijo de relaciones perversas, fraternales, malsanas es sobrepasar la tela de araña que ha tejido un cineasta con una personalidad marcada, la esencia que tanto cuesta ubicar por estos lares. La narración de Vermut, sumamente elegante, pausada, colmada de símbolos y metáforas, desafía los cánones establecidos brindando un exhaustivo ensayo de la venganza. Hay mucho del refinamiento de Chan-wook, de la toxicidad de Lanthimos y del nervio de Tarantino. También del Almodóvar de extrarradio y del hypnostismo de Lynch y aún así el mazazo de estilo que se marca el director deja huella. Un impacto en forma y también en fondo puesto que este oscuro relato no encuentra salida una vez instaurado en el consciente.

Magical Girl atrapa desde el prólogo para no aflojar la soga hasta un brillante broche final y aún después no libera al espectador de la carga emocional a la que le ha expuesto. Su sosegado ritmo puede incomodar pero no es más que un elemento que conforma la expresión de un cineasta con interesantes reflexiones y decisiones. Valor es lo que le sobra a un Vermut que con una maestría de veterano gestiona sus escasos y potentes recursos de una forma soberbia. Si bien se percibe una mejora en la producción respecto a la experimental Diamond Flash, los medios se saben humildes y no por ello deslucen el resultado, al contrario, se convierten en sello. Ahí reside la magia de Vermut. Saber combinar los elementos ordinarios y encerrarlos en un enigma.

Lo que no es frecuente es la sabia elección de un reparto en estado de gracia cuyas interpretaciones no dejan de complementarse entre sí. Hacía tiempo que una recién llegada no pisaba con tanta fuerza (Lucía Pollán), mientras que la voz de la experiencia (incombustible José Sacristán), no sonaba con semejante brío. Magical Girl debe suponer la consagración de dos actores (Bárbara Lennie y Luis Bermejo) acostumbrados a secundar y que brillan con luz propia en dos turbias interpretaciones. Ella, el hielo y él, el fuego. Fríos pero queman.

Si con su ópera prima Vermut puso sobre la mesa un carisma, ahora lleva su talento a la máxima potencia. Aúna ingenio y pasión y sabe proyectarlo. El cine ha ganado. Y nosotros también.
Ulher
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