Es una lástima que el último trabajo de Coixet me deje indiferente con una sensación de frialdad que no esperaba tras haberme fascinado el texto del autor americano Philip Roth en el que se basa Elegy. Si bien es cierto que los romances entre docente y discípulo han sido un referente en el la historia del cine que suelen gustar por su temática, Elegy no se suma a la lista. No estamos ante un film fresco sino que el encargo a Coixet huele desde los primeros minutos. Hay escenas completamente calcadas de la novela y eso no es un error pero al encontrarnos ante una directora con una personalidad tan marcada en sus trabajos no deja de ser decepcionante su pérdida de identidad.
El siempre sorprendente Ben Kingsley es lo único que se puede salvar de un film que hace aguas desde el inicio; su interpretación del gran derrotado por el tiempo agarrándose a una barra ardiendo es magistral. No se puede argumentar lo mismo de Penélope Cruz; la madrileña está sobreactuada en todo momento y entre eso y la poca libertad de su directora hacen de este trabajo un intento fallido de cine independiente con buen gusto.

Lo mejor: Ben Kingsley y los diálogos con algunos secundarios de lujo como Dennis Hopper y Patricia Clarkson
Lo peor: que no parece un film de Isabel Coixet