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España España · Valencia
Voto de Hemispheres:
7
Comedia. Drama En 1939, a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el extravagante Guido llega a Arezzo, en la Toscana, con la intención de abrir una librería. Allí conoce a la encantadora Dora y, a pesar de que es la prometida del fascista Rodolfo, se casa con ella y tiene un hijo. Al estallar la guerra, los tres son internados en un campo de exterminio, donde Guido hará lo imposible para hacer creer a su hijo que la terrible ... [+]
24 de julio de 2014
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¿Por qué mi poliédrica mente de géminis asocia el recuerdo de "La vida es bella" a las "Nanas de la cebolla" del inmenso Miguel Hernández? Sencillamente porque creo que Guido es una especie de alma gemela o paralela a del malogrado poeta oriolano. El primero vivió la crudeza del campo de concentración nazi engañando piadosamente a su niño con juegos infantiles que escondían la barbarie del genocidio, el segundo, ante el desasosiego carcelario de saber que su hijo sólo se alimentaba de pan y cebolla para saciar su hambre, tras haber vendido todo el rebaño de cabras y no tener nada más su madre que darle de comer, intentó mitigar todo "el dolor que se agrupaba en su costado", construyendo unos emocionantes y estremecedores versos en los que fabulaba sobre la belleza humilde y pobre de la cebolla, convirtiéndola metafóricamente en la Luna con el único consuelo de sentir la risa de su hijo.
"La vida es bella" habla del indisoluble vínculo biológico paterno filial, del poder de la gestación y procreación de la existencia humana, de ese sentimiento innato de proteger la vida engendrada, y de ser capaz de cargar con todo el sufrimiento sobre el cuerpo de un padre con tal de evitar el dolor de un hijo, algo que trasciende cosmos, universos y galaxias... por más infinitos que puedan ser estos... y de cómo la infancia, es la época de mayor candidez e ingenuidad de la vida, porque la infancia... al fin y al cabo, hay que vivirla como niño, sólo con el candor de un niño... una etapa existencial de la que nunca deberíamos despertar. Guido y Miguel, como heroicos padres de epopeya que fueron, intentaron que, a pesar de la crueldad y brutalidad de las terribles circunstancias que vivieron, sus hijos nunca dejaran de perder la inocencia de su infancia, el único ciclo vital en el que se es verdaderamente feliz y que, en cierta medida, determinará el desarrollo de nuestra madurez. Por eso, me despido con los versos del gran Miguel Hernández que resumen parte de lo disertado por éste que os habla, que en su incipiente niñez tuvo la grandiosa fortuna de que su padre le explicara el significado de estos sentidos versos:
"Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma."
Hemispheres
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