Cualquier edad puede ser difícil, aquí tenemos una de ellas, el paso de la infancia a la pre-adolescencia, la incompatibilidad de un mundo de juegos, diversión e imaginación con el mundo adulto y sus comportamientos.

Por lo que entiendo, Spike Jonze nos presenta una bonita metáfora sobre este impase, para ello utiliza Max, un sensible niño con una imaginación desbordante y sus aventuras en su mundo lleno de monstruos con sentimientos humanos.

No me gusta generalizar, ni englobar esta película con otras que recientemente han llegado de las Américas con la mala etiqueta de Independientes, como por ejemplo Juno o Pequeña Miss Sunshine. Pero, la verdad es que coincide con ellas en aportar frescura e originalidad, pero también padece como estas de excesivo azúcar e ingenuidad. Y es que la verdad es que el film de Jonze busca en demasía y descaradamente la fibra sensible del espectador.

A pesar de esto y viendo los “avatares” del cine de hoy día, bienvenidos sean todas estas películas, y deseo no tener que esperar casi otro decenio para que el director de la fantástica Cómo ser John Malkovich nos presente su nueva obra. Donde se había metido este tío durante tanto tiempo?

Para terminar dos aspectos técnicos que hay que resaltar, primero la acertadísima elección de la música de Karen O and the Kids, que encaja a la perfección con el fondo y forma del film, y en segundo lugar el trabajo de Jim Henson Company (creadores de los teleñecos de Sesam Street) en el particular vestuario de las criaturas, realmente conseguirían dar vida a Espinete.