Edgar Wright se ha ganado con sus tres primeras películas a un jugoso sector de espectadores de lo más variopinto sabiendo combinar originalidad con tradición, elaborando comedias que a pesar de su toque retro son hasta el momento innovadoras y frescas, destacando entre la mayoría de sus coetáneas encerradas casi siempre en un humor de mero aspecto escatológico o sexual.

Inicia así su andadura Wright con Zombies Party deconstruyendo el cine de zombies para elaborar una divertida parodia de la mano de Simon Pegg coguionista y actor principal que repetiría ambas funciones en Hot Fuzz. La combinación de comedia romántica mezclada con situaciones cotidianas o perdedores entrañables que deben tomar decisiones heroicas todo visto bajo el prisma de una invasión zombie que da paso en ocasiones al gore más gamberro encontró pronto un lugar en nuestro corazón cinéfilo allí donde reposan entre otras la trilogía de Posesión Infernal o Brain Dead.

Tras este prometedor debut llegaría Hot Fuzz, probablemente la película más redonda y divertida de Wright que toma como base las andanzas de un policía sumamente perfeccionista y adicto al trabajo, tanto que es destituido de su labor como tal en Londres por traer de cabeza a sus jefes y compañeros y es trasladado a un pequeño pueblecito de la campiña británica donde sin embargo bajo la aparente calma total subyace todo un imperio del crimen.

Abriéndose la película con una exhibición de Simon Pegg por las calles londinenses es al llegar a su nuevo destino cuando se le asigna como compañero de trabajo a un torpe, vago, descuidado y bebedor Nick Frost que pronto quedará subyugado por las técnicas policiales de aquel, configurando entre ambos una singular pareja de grandes contrastes cómicos pudiendo considerarse en este sentido Hot Fuzz una buddy movie de policías si bien su riqueza narrativa y la posibilidad de su argumento la sitúan muy por encima de la mayoría de películas de este pequeño género cinematográfico.

Repleta de acción, situaciones de gran comicidad, grandes secundarios, estupendo desarrollo de acontecimientos y un muy potente clímax final constituye Hot Fuzz en su conjunto una de las mejores comedias de los últimos años encerrando a su vez una ácida crítica a las costumbres y tradiciones británicas poniendo el dedo en la llaga de la doble moral y la falsa apariencia de las que en ocasiones se hace uso solo con la finalidad del ser bien visto a los ojos de terceros.

Cerrando Wright de momento su filmografía con Scott Pilgrim Contra el Mundo otra peculiar y original comedia romántica elaborada y desarrollada como si se tratase de un videojuego la carrera de Wright parece decidida a seguir su rumbo sin caer en convencionalismos. Mientras mantenga intacta su integridad no estará de más seguir sus pasos.

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