Recuerdo cuando empezaron a llegar noticias de que esta “cosa“se aproximaba a nuestras pantallas. Se anunciaba como el no va más ,el thriller de los thrillers, la intriga de las intrigas, el guión de los guiones, la originalidad de las originalidades y la pera limonera de todas las peras limoneras que en el mundo han sido. Pero verán ustedes a mi una pera limonera en donde la pera es Joel Shumacher y el limón es Jim Carrey, o viceversa, me huele a higo chumbo o a manzana podrida, así que no consiguieron ni mis colegas, ni mi hermano, ni la cajera del super arrastrarme al cine a participar en el delicatessen.

Mis colegas estuvieron después de la experiencia durante varios días de muy mala hostia y uno de ellos tanteó la posibilidad de abandonar 5º de ciencias exactas y meterse a filología hispánica. Mi hermano asegura a día de hoy tener pesadillas, no con el número 23 si no con la jeta de Jim Carrey al que dice ver por todas partes. De hecho,el otro día, tras haber ligado, la chica a la que estaba dando un beso de tornillo se transformo en Jim Carrey, y en mitad de semejante momento de romanticismo como implicaba movimiento de cuello, labios, huesos faciales y ojos de complicidad, la mueca que realizó su ligue ocasional tras la transformación fue tan letal que el pobre de mi hermano cayo desplomado al suelo presentando síntomas de confusión, paranoia y ahogamiento.

La que mejor lo lleva es la cajera del super porque se salió a los cinco minutos del cine y los efectos fueron mucho menores. Nunca dejó de sonreírme cuando en los días sucesivos acudía a comprarle queso, helados o salsa brava Orlando y no pude evitar decirle en una ocasión que tenía cierto aire a actriz de cine negro de los años 40. Ella me dijo que hoy en día las chicas con ese look eran cajeras de supermercado y que los tipos que en los años 40 trabajaban en supermercados podían dar la talla entre los atroces actores del Hollywood actual.

El caso es que la vida siguió su curso y yo tan contento con haber esquivado al número 23. Pero resulta que este fin de semana, más largo de lo común además por ser fiesta, mi queridísima novia tenía unos ineludibles compromisos que van a provocar el que no podamos vernos hasta la semana que viene. Tal vez no les interese pero el caso es que yo atravieso una época muy happy happy y ya que no podía estar con ella me apetecía abandonar mi casa el jueves y aparecer el lunes sin ningún plan establecido salvo el pasármelo bien. Pero como me conozco, ante realizar hechos poco honrados, viniendo de alguien que está enamorado, decidí aniquilar mis instintos carnales y festivos utilizando alguna terapia de choque. Y no se me ocurrió peor idea que alquilar el DVD de ....sí, sí, llámenme tonto, masoca, incoherente, ... todo lo que quieran, porque digan lo que digan tienen razón.