Para aquellos que a pesar de haber entrado en la denominada edad adulta mantengan un pie y medio en los escalones previos de la infancia, la adolescencia y la juventud resultará difícil no llegar al desconcertante desenlace de esta película con un nudo en la garganta. En el juego del amor no hay nada más sinuoso que burlar al tiempo, y entre la adaptación o ganarle la partida las soluciones para lo segundo a menudo suelen ser arriesgadas y un tanto drásticas.

Pero situémonos en el principio. Sophie es una niña que no encaja en ninguna parte, Julien un niño superado por su entorno, deviene en pura lógica que ambos hayan de unirse para protegerse de lo que les rodea comenzando a tejer su propia irrealidad. En la niñez surge el vínculo y también la vía de escape, un juego tan inocente como ellos mismos pero que sirve de conducto emocional para que fluyan la amistad y el amor a la par que crece su aislamiento del mundo. Todo consiste en algo tan sencillo en apariencia como poner a prueba su atrevimiento, así Sophie y Julien se retan a pequeños desafíos dependiendo de quien tenga en sus manos un pequeño tiovivo de juguete siendo este quien lanzará el reto estando en manos del otro aceptarlo.

Cuando los años pasan y la infancia queda atrás el juego se mantiene aunque las cosas han cambiado. La dependencia emocional entre ellos es más compleja y otro juego llamado sexo ha entrado en escena. De alguna manera Sophie y Julien siguen siendo dos niños pero se va abriendo todo un nuevo universo de posibilidades para seguir jugando. Sin embargo el tiempo empieza a jugar en su contra pues el mundo comienza a ser a su vez más implacable, más complejo y la palabra crecer aterroriza a ambos. Los sentimientos a su vez se multiplican y de la mano del amor que siempre se mantiene derivan los celos o la venganza.

En realidad aunque ambos deciden finalmente crearse mundos ficticios y por separado Julien y Sophie siguen unidos por su viejo tiovivo hasta el punto de ser lo único que da sentido a sus vidas por lo que el reto aunque espaciado en el tiempo siempre vuelve hasta que ambos se dan cuenta de que no existe la vuelta atrás y deciden enfrentarse definitivamente con la madurez. La manera elegida es tan poco ortodoxa que hasta el propio director parece echarse atrás mostrando un supuesto final alternativo. No queda demasiado forzado pero chirría un poco pues le quita fuerza al verdadero final, aquel que nos corta la respiración mientras Sophie cual Wendy enamorada abraza a su Peter Pan diciendo su último sí.

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