Se podría decir que está es una de las obras cumbres del irregular Carpenter, su más logrado intento de conjugar el cine de terror con el suspense que logra mantener al espectador pegado a la pantalla.

En el incomparable marco de la Antártida, donde se respira desolación por los cuatro costados, con el grupo de investigadores atrapado, a sabiendas de que nadie acudirá al rescate, y la única solución es acabar con el monstruo. Ya de por sí la localización del film es todo un acierto, pues añade esa dosis de angustia extra, instalaciones frías y casi sin vida, donde el mal acecha en cada esquina. Reforzado esto por los efectos sonoros, y grandes silencios que fomentan el desasosiego y claro está, el gran Ennio Morricone, aunque en este caso no existen grandes melodías. El guión, sencillo pero muy bien llevado.

Cada protagonista posee su personalidad y se pueden comprobar distintos comportamientos del carácter humano ante la amenaza (con buenas interpretaciones, aunque Kurt Russell es sobre el que recae el mayor protagonismo), muy original por otra parte, pues nadie sabe quién se encuentra infectado por el extraterrestre, detalle que añade interés a la película, pues durante su desarrollo depara algunas sorpresas aunque el final es más o menos previsible. De los efectos, las escenas de acción son más que correctas, y aunque la transformación del mounstruo pueda parecer cutre (tampoco creo que sea para tanto), no desentona para nada dentro de la estética del film. La cosa es un mounstruo que va creciendo a medida que se va alimentando de seres vivos, hasta volverse casi incontrolable.

Muy recomendable cinta de terror, con detalles originales y que sin duda alguna permanece en el recuerdo, pienso que se podría considerar como un pequeño clásico, digno de aparecer en cualquier filmoteca.