El peor reparto de Woody Allen en años (parafraseando una expresión que se usa bastante para referirse a las producciones Allen) coincide con, eso sí, una buena interpretración de la protagonista de la película. Blue Jasmine, o la chica triste que encarna Cate Blanchett, me parece el mayor problema de la historia. Por primera vez en Allen, las actriz se sitúa por encima de la película. Casi siempre van a la par. Hay algún antecedente, no tan claro, como el genial Sean Penn de Acordes y desacuerdos. Y ahí radica el problema. En una interpretación que me recuerda a la Gena Rowlands de Cassavetes, Cate Blanchett está por encima de sus compañeros... y del propio director (eso me parece lo preocupante). Blanchett logra estar bien ¿a pesar de la falta de química con el realizador? Y ojo, digo sólo una buena Cate Blanchett. Y hay tanto error de casting... Dos excepciones: Louis C.K. y (quién lo iba a decir a estas alturas) ¡Andrew Dice Clay!, en un papel incómodo pero con una aparición a las puertas de una joyería plena de dignidad. Incluso el uso de la banda sonora no me convence...

Algunas de las subhistorias y presencias de San Francisco sobran, directamente; a la película le cuesta arrancar horrores; sólo hay unos chispazos a partir de esa segunda parte que me parecen acertados. Y aún después la trama va para adelante y para atrás. Se estanca. Confiados en que remonta el vuelo, vuelve a caer. La línea fina y delgada entre drama y comedia que tan acertadamente vemos en Delitos y faltas funciona aquí a medias, apenas. Si eso. Voy a hacer un esfuerzo... me gustan los flashbacks de Nueva York (ay, Nueva York). Pero pesa más que Blue Jasmine me parezca reiterativa, coja, obvia y previsible. Me da que el montador de la película ha hecho lo imposible por arreglar esto. Y me jode, decir todo esto me jode. Esto daba para más. Para mucho más.