Un trío de estrellas, entre las cuales destacan Jane Fonda y Jack Lemmon que parecen competir en una carrera por la interpretación más sentida, más apasionada y más angustiosa. Michael Douglas actúa de digno acompañante de las otras dos estrellas, aunque sin destacar en ningún momento, más bien se le nota algo relajado y poco implicado en el dramatismo de la película, salvando el momento del enfrentamiento con los dueños de la cadena de televisión.

El guión es remarcable, el desarrollo de la historia es fluido, y la trama tiene tintes políticos, cómo no, teniendo en cuenta que estamos en los años 70. Aunque haya pasado tanto tiempo desde su estreno, en 30 años el tema de la seguridad de las centrales nucleares no ha perdido ni un ápice de vigencia, por lo que la historia es totalmente actual.

Como actuales son las reacciones de los mandamases, tanto de la cadena de TV como de los de la central nuclear, que muestran a las claras cómo funciona el mundo mediante la manipulación de los hechos y el silenciamiento de todo aquello que pueda afectar al negocio.

Es una película con una clara intencionalidad de mensaje político, por encima de sus méritos cinematográficos, sin desdeñar estos últimos.

Totalmente recomendable para todo aquel que quiera informarse y que quiera pasar al mismo tiempo un rato muy entretenido, disfrutando de unas interpretaciones notables por parte de Fonda y Lemmon.