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Voto de Francisco:
8
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer era viernes, de esos viernes que esperas desde el viernes anterior. Propongo que la Iglesia deje de meter sus narices en los asuntos de los demás y nombre santa a Venus, cuya belleza y cuyo amor dan nombre a este mejor día del año que se repite cada semana.
Rezos a un lado, llevaba toda la semana oliendo a meandro de Guadalquivir, a humedad desatada en la cuenca, la del río grande y musulmán que riega las marismas que dan cobijo a la película de Alberto Rodríguez Librero. Digámoslo así, con pretenciosidad y a bombo y platillo: "La isla mínima" es una obra maestra del género. Sí, coño que sí, a la altura de los Scorsese, los Michael Mann, los Fincher, los Lang, los Joon-Ho, los primeros Tarantinos, los yo que sé... Y el muy cabrón lo ha hecho sin moverse de su casa, sin huir a tierras más prósperas, es un profeta en su tierra. Joder, ¡qué difiícil es eso en estos lares! Díganselo, por preguntar que no quede, a Picasso, a Alberti y al resto de la trupe del exilio, que se lo pregunten los fachas a Lorca.
Total, que la cinta combina perfectamente la afilada crítica social hacia la herencia más ruín de esa época extinta de la España grande y libre que a los libros de historia patrios les cuesta llamar dictadura, con ese juego de intriga comandado por dos policías cuyos actores permanecen todo el metraje en estado de gracia. Raúl Arévalo está perfecto y lo de Javier Gutiérrez es excepcional. Verlo de Sancho Panza en "Águila Roja" es como tener una gran pata de jamón ibérico, un cuchillo y un imbécil que no sabe cortarlo. Talento desaprovechado. Cultura española.
Pues eso, que por gente como Alberto, uno que es muy andaluz porque no entiende de banderas ni de patrias y tiene un acento muy del lugar excelso de las fotografías de Alex Catalán, uno se siente orgulloso de haber nacido, crecido, viajado por acá y por allá, y vuelto al punto de partida.
Ahora espero que el esnobismo donostiarra sepa darte lo que es tuyo, se deje de hacer de onanista oficial de los yankees, comas conchas finas y pongan tu nombre en el mapa de una santa vez. Por Venus, el estraperlo, la benemérita y la madre que te parió.
Un grande ha nacido, señores. Que se jodan los envidiosos.
Francisco
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