Mira que me pone de mala leche el cambio de título que se les da a las películas de habla no española que no solo cambian su significado, sino que como en éste caso, se alejan enormemente del título oficial y lo que nos quiere contar; ¿No bastaría con traducirlo y dejarse de florituras y experimentos? Por otra parte el doblaje en castellano es malo, plano y monocorde, así que si tenéis la oportunidad intentad verla en VOS.

RALPH FIENNES, uno de los rostros más desasosegantes del cine con personajes como los de VOLDEMOR, RED DRAGON o el nazi Amon Göth de LA LISTA DE SCHLINDER, se vuelve a meter en harina de dirección para contar un episodio de la vida del gran RUDOLPH NUREYEV, el que va desde su infancia, hasta su petición de asilo político en el mismo aeropuerto de París durante un gira europea del ballet soviético en el que actuaba.

Lamentablemente y pese al notable esfuerzo en todos los apartados de producción, vestuario y fotografía de EL BAILARÍN, la película no deja en ningún momento de ser un biopic convencional y que a mi tanto me exasperan. El retrato de NUREYEV está muy lejos de devolvernos ni siquiera parte de su complicada personalidad y mal carácter, pese a que el parecido físico del protagonista, el bailarín ucraniano OLEG IVENKO, nos recuerda mucho a él y en la danza se mueve de manera espectacular.

Una película muy meritoria pero sin alma y que pierde una gran oportunidad para recrear el carácter del genio de las mallas soviéticas al que llamaban de pequeño, por lo extraño de su carácter, The White Crow y que abandonó la extinta Unión soviética movido por su insaciable ego artístico y la dificultad de ser abiertamente homosexual en un país homófobo y que le consideró traidor toda su vida.