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Voto de Travis Bickle:
8
Bélico. Drama En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
26 de enero de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ir en busca de alguien o transmitir un mensaje como misión en mitad de una ráfaga de balas y lluvia de bombas no es nada nuevo en el cine bélico. Esto lo hemos podido ver en Apocalypse Now de Francis Ford Coppola en 1979; Salvar al soldado Ryan de Steven Spielberg en 1998; o en Black Hawk deribado de Ridley Scott en 2001. De hecho, la historia como tal no es una gran historia por originalidad. Hay situaciones y personajes compuestos a base de clichés. Para los un poco más curtidos en cine bélico, ciertos pasajes de la película hará que afloren en sus mentes grandes obras como Senderos de gloria dirigida por Stanley Kubrick en 1957; Gallipoli de Peter Weir en 1981; o más recientemente, bebiendo de otros estilos para hacer cine de guerra como Dunkerque de Christopher Nolan en 2017. En otras palabras, no hay nada que no se haya visto antes. Entonces, ¿cuál es el valor de esta película? ¿Qué la hace ser la gran favorita a las puertas de los premios Óscar?

En referencia a la primera pregunta.

El principal valor de esta película es que realmente está bien rodada, bien ejecutada y bien interpretada. No acude a un despliegue de medios espectaculares porque simplemente la historia no los requiere. Los conflictos bélicos son secundarios y por tanto la violencia es escasa y compasiva con el espectador que permite que pueda tomar un poco de aire. Los principales conflictos son los humanos, los dramas que atormentan el alma de la pareja protagonista y el miedo a fracasar en la misión pues la vida de miles de hombres reposa sobre sus hombros y a veces la carga puede pesar demasiado.

Pero todo esto hay que saber manejarlo para que funcione y Sam Mendes lo consigue de forma exitosa y de una forma diferente y aplaudible. Casi podemos llamar a 1917 como “la pelicula del plano secuencia”. Obviamente no estamos ante un único plano secuencia de principio a fin pero Mendes ha demostrado una gran capacidad de control y precisión para rodar algo así y sumergir a los espectadores en mitad del campo de batalla y entre las paredes de las trincheras.

Dos escenas a resaltar que particularmente me han dejado un mejor recuerdo en la mente y la retina:

La primera en la que los soldados Schofield y Blake deben salvar una poza. Mientras los encargados de la misión la rodean por su interior la cámara sigue a la par los pasos de los soldados pero atravesando el agua.

La segunda escena es cuando el soldado Schofield corre hacia la cámara sorteando las bombas que caen desde el cielo y a los cientos de soldados que salen de sus trincheras hacia el combate. Esto acompañado del pentagrama del siempre hábil, sentimental y virtuoso Thomas Newman, hacen que la escena adquiera una altura mayor.

Con esta película considero que Mendes ha filmado su segundo mejor largometraje. Sigo sintiendo una debilidad especial por Camino a la perdición.

En referencia a la segunda pregunta.

Hace tiempo que estos premios perdieron el norte y se premian (o dejan de premiar) cosas más allá de lo meramente cinematográfico arrastrados por lobbies sociales. Le hayan otorgado de manera merecida o no, según la opinión del que escribe, la estatuilla a alguna película o miembro de reparto artístico y técnico. Mi valoración se mantiene intacta más allá de cualquier reconocimiento público o “profesional”.
Travis Bickle
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