Eso es lo que dice Sebastiao Salgado antes de que aparezca el título de este documental. Increíble retrato del artista y antropólogo.
Sus fotografías inundan la pantalla y nos llenan de pensamientos. Su relato es conciso y directo. Resulta llamativo la serenidad y rotundidad con la que se expresa, un hombre que vive de la imagen. También la sencillez expositiva de Wenders, que en ningún momento ha dado movimiento a las imágenes y las ha compuesto fuera de su formato original.
Wenders construye de manera bien dosificada los proyectos de su protagonista en el presente con su biografía, de manera que su relato es sumamente ameno.
Sólo él y Werner Herzog hubiesen podido realizar tan bien esta obra, con tal prodigioso manejo de la luz y el tiempo. Ya desde el inicio se establece un sutil juego de miradas sobre el punto de vista. Su protagonista nos dice que varios fotógrafos ante el mismo paisaje realizarían fotos completamente diferentes. Todo una alegato a la autoría.