Primera película de Fritz Lang en Hollywood, tras su paso por Francia, donde rodaría la casi desconocida "Lillion". Este "inventor" del cine, uno de los responsables de que el cine actual sea lo que es, tuvo que abandonar su país de origen, su familia, su mujer (afiliada al partido nazi) para preservar su honestidad.
Por eso este título es tan importante y representa mucho más de lo que aparenta. Hay que ubicarlo en un contexto pre-bélico para darse cuenta de que no sólo tiene una narración magistral, con un ritmo modélico, sino que su guión es muy osado, puesto hace un duro alegato a la sociedad, haciendo algo que el propio Billy Wilder reconoce que no hubiese tenido que hacer cuando filmó "El gran carnaval", que es criticar al público que quieres que vea tu película. En este caso, es un hecho tan concreto, con una víctima tan familiar, Spencer Tracy, imagen del americano tranquilo, que el público no se da por aludido, pues prevalece la idea de que la sociedad americana es capaz de apartar y juzga a estos individuos que se esconden en la masa.
"Muchas cosas que eran importantes para mi, como la Fe en la justicia, la idea que los hombres son civilizados y el orgullo de pensar que mi país era distinto de los demás, esas cosas. quedaran consumidas por el fuego".

El aspecto más destacado del guión es lo ejemplar que resulta en el tratamiento de lo que se denomina "el sembrado de información", los cacahuetes, la rotura de la chaqueta, la errata ortográfica, el reportaje cinematográfico. Hoy en día puede resultar evidente, pero hubo señores que se lo inventaron. Fritz Lang fue uno. Por eso se puede perdonar que en la escena (de montaje) que representa que la gente se pasa información exagerándola cada vez más introduzca un plano simbólico de unas gallinas cacareando.