Más que irregular película de Atom Egoyan. Sin sentido absoluto en la que se quiere establecer una relación entra la degradación en monstruos del ser humano con los efectos psicológicos que producen en las víctimas dicho comportamiento.
Narrada en dos tiempos en paralelo, el secuestro de una niña y la reapertura del caso ocho años después -con la presentación del secuestrador y la ya adolescente atrapada- resultando todo de una confusión apabullante.
El problema más grave no radica sólo en eso, sino en el que el aburrimiento se apodera de tal manera en el espectador que es difícil permanecer atento a tanto despropósito. La empatía hacia alguno de sus personajes es imposible. Ni siquiera la figura de la adolescente secuestrada despierta el interés. Entiendo que es voluntad de su director buscar esa frialdad, pero no por ello lo voy a felicitar.
Especialmente pésimos están Rosario Dawson, y el malvado de la función, que a base de anunciar en numerosas ocasiones que es un monstruo no hay quien se lo crea en lo que parece una caricatura.

Nunca fui fan de Egoyan, me parecía sobrevalorado y agradezco que haya hecho una obra en la que es unánime que todo el mundo está de acuerdo en que es pésima. Ni siquiera funciona como un thriller convencional.