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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Federico Furzan:
5
Thriller Ángel (Mario Casas) trabaja como técnico en emergencias sanitarias a bordo de una ambulancia. Tras sufrir un grave accidente, su vida junto a Vane (Déborah François) empieza a desmoronarse. Obsesionado con la idea de que ella le es infiel, convertirá su vida en un infierno del que será difícil escapar.
1 de octubre de 2020
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A medida que el tiempo pasaba después de haber visto El Practicante en una noche de viernes, en la semana en la que se estrenó, iba debatiendo sobre el efecto causado por una película poco pretenciosa pero de premisa valorable. Precisamente su idea principal, bien explotada en su primer acto me permitió conocer las raíces de un personaje que identificamos de forma inmediata. A ese hombre violento, de rabia ilimitada y muy calculador, lo conocemos. Es una buena proyección de una realidad bien conocida comúnmente.

En esa idea, en su planteamiento, El Practicante es interesante. Es lamentable que su desarrollo haya sido más sensacionalista que otra cosa. El Practicante es una prueba de que las posibilidades a veces son más aterradoras que lo que termina ejecutándose en la película.

Por suerte, la película se toma el tiempo necesario para plantear a su personaje principal. Es realmente necesario como el recurso idóneo para entender lo que lo motiva y lo que puede terminar haciendo.

Ángel es un paramédico que trabaja atendiendo emergencias. Pero se aprovecha de las víctimas. Es un hombre frío, inseguro. Su actitud de parásito lo lleva a robar objetos de las víctimas, aprovechándose de la tragedia a la que se enfrenta diariamente. Ángel convive con su novia, y a pesar de que han intentado convertirse en padres no lo han logrado. Esto ha hecho que la relación sufra un poco, llevando a Ángel a sospechar de la fidelidad de Vanesa. En pleno trabajo Ángel sufre un accidente que lo deja en una silla de ruedas. Encerrado y con más tensión que nunca por no poder controlar lo que ocurre a su alrededor, Ángel se convierte en un pilar de paranoia y violencia que terminará en una desesperada movida por mantener a Vanesa a su lado.

En ese magnífico primer acto, la película contiene una idea bastante clara sobre el efecto que quiere causar en el espectador. La interpretación de Mario Casas es progresivamente mejor a medida que la película desarrolla ese concepto del “novio violento que necesita siempre tener el control”. Creo que en esa primera mitad hay algo invalorable en materia de suspenso.

Pero la película cae en un abismo desordenado cuando no halla qué hacer con el contexto logrado. El Practicante plantea que su personaje principal no tiene límites a la hora de idear un plan. Y sus planes funcionan. El problema es cuando en el plano general nada puede funcionar de esta resolución. En el cierre (no en el final) el director de la película parece recolectar buenas escenas y editaras sin un orden específico para darnos a entender la maldad del villano. Pero ¿Dónde está la visión del objetivo final? ¿Qué quiere lograr Ángel con todo lo que hace? Piensen en Misery y su magnífica interpretación de las intenciones y los actos desconocidos. A veces no es suficiente con hacer sentir incómodo al espectador. La luz al final del túnel ni siquiera tiene que ser clara. Solo tiene que existir. Esto no destruye a la película. Es solo un obstáculo difícil de omitir.

Y por último, ese final. Wow. Aplausos para quien tuvo las agallas de romper el molde y regalarnos el triunfo en forma de venganza que la película nos asoma con perspicacia.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/el-practicante/ ****
Federico Furzan
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