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España España · Córdoba
Voto de Ziryab:
4
Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2009
36 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué desengaño! Tanto tiempo madurando y postergando el visionado de “Fanny y Alexander” para esto...
Descubrí a Bergman hace unos añitos con “Persona”, ni más ni menos, sin paños calientes ni calentamiento previo..., me encandiló, y no ha dejado de encadilarme en cada película suya que he visto posteriormente..., con mis preferencias, obviamente..., pero ninguna de sus obras me ha dejado indiferente. Y cuando uno empieza con “Persona” y queda fascinado, no es difícil que le guste el resto de su filmografía. Así que tenía verdaderas expectativas puestas en “Fanny y Alexander”, que pasa por ser su película más laureada, la que más consenso despierta entre crítica y público y la más accesible para el público menos habituado a la complejidad del resto de su filmografía. Y hete aquí que... ¡chas! ¡fiasco al canto!
El problema, para mí, es que, primero, Bergman aquí no juega a confundirnos -como pueda hacer por ejemplo, y es la tercera vez que la cito ya, en “Persona”-, sino que nos confunde simplemente, que es distinto..., como si él mismo estuviera tan confundido cual Dinio tras noche de juerga...; lo segundo es que el ritmo de la película no es que sea lento, sino que está forzadamente ralentizado, que es diferente; y lo tercero es que la cosa se queda en el quiero y no puedo o, mejor dicho tratándose de quien se trata, en el puedo y no quiero, o sea, a medio camino, lo mires por donde lo mires: ni es una película asequible con un relato tangible, por mucho que me hablen de historias dickensianas o cuentos de navidad, ni es la reflexión intelectual y encriptada plagada de las imágenes oníricas, los símbolos etéreos y las metáforas intuitivas a que nos tiene acostumbrados... Es un poco una cosa y la otra, y al final ninguna de las dos... Y, o se renuncia a lo uno por lo otro, o a lo otro por lo uno, pero teta y sopa no cabe en la boca.
No negaré que hay partes de la película que funcionan muy bien, pero funcionan por sí mismas y no en relación a la película como un todo unitario; en este sentido resulta bastante irregular.
Por no hablar de que le sobra una hora y media, ¡pordiós, si el asunto de la película no se plantea hasta el minuto 90!
Estética, preciosismo, fotografía, dirección artística y diseño de vestuario aparte, me quedo, de todas formas, con algunas imágenes indelebles, especialmente con el paseo nocturno de Alexander por esa especie de inquitante país de las maravillas que es la mansión poblada de muñecos ¿inanimados, animados?..., que por un momento me recordó al piso de J. F. Sebastian en “Blade runner”, película de la que –curiosa coincidencia- es coetánea.
Ziryab
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