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Fanny y Alexander

Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 90
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2006
175 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás, lo más pertinente fuera comenzar con un homérico catálogo de héroes: Anna Asp (dirección artística), Sven Nykvist (fotografía), Sylvia Ingemarsson (montaje). Por sólo citar a algunos de los corresponsables de esta maravilla. ¿Se puede decir más con la puesta en escena? El domicilio habitual de los Ekdahl: rojo, confortable y recargado; la casa del obispo: austera, seca y carcelaria; la casa de verano: blanca y repleta de bordados; la vivienda del judío: mágica y oscura, también recargadísima, pero con un estilo muy distinto al de la familia Ekdahl.

Bergman confiesa en "Imágenes" la existencia de dos padrinos en la película: Dickens (el niño como víctima, el padrastro feroz) y E.T.A. Hoffman (la presencia de lo sobrenatural). Yo añadiría otros dos: Strindberg (la lucha de cerebros, el gusto por cierto tipo de teatralidad) y Shakespeare (no sólo por las obvias y abundantes referencias hamletianas). Pero ¡fuera padrinos! Lo principal es la madre de la criatura: el inconmensurable Ingmar Bergman. No se pueden tratar con mayor profundidad las grandes cuestiones humanas, los grandes sentimientos. El niño, Alexander, es un milagro, por no hablar del prodigio de la breve, mágica y tenebrosa aparición de Ismael, el andrógino. ¡Y qué decir del obispo y su demoníaca corte de los milagros! Por otra parte, ¡con qué fluidez se deslizan los personajes por las atestadas estancias de los Ekdahl! y ¡qué glacial y gótica inmovilidad se adueña de la escena cuando nos adentramos en el palacio episcopal! El odio, el odio.

"Era difícil distinguir entre lo que yo fantaseaba y lo que consideraba real. Haciendo un esfuerzo podía tal vez conseguir que la realidad fuese real, pero en ella había, por ejemplo, espectros y fantasmas. ¿Qué iba a hacer con ellos? Y los cuentos, ¿eran reales?"

'Fanny y Alexander' cambió, en cierto modo, mi forma de mirar.
Servadac
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8 de junio de 2005
114 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este inquietante cuento familiar filmado por Bergman fue el testamento del gran cineasta sueco en el cine, aunque después siguió realizado trabajos para televisión y dirigiendo obras teatrales.

Situada a principio del siglo XX en Suecia, narra la historia de dos niños cuya madre enviuda, casándose más tarde con un pastor que trata a los dos niños con excesiva dureza y tiránica disciplina.

La película tiene dos partes bien diferenciadas, cuyo punto de inflexión es la aparición del pastor en la vida de esta familia y su conversión en el padrastro de Fanny y Alexander. La historia comienza con la celebración de la Navidad en la gran mansión de la familia protagonista, de manera que también se puede considerar esta gran película de Bergman, sin duda su obra maestra, como un inquietante y oscuro cuento de Navidad.

Con esta fiesta conocemos a los personajes, y asistimos a los acontecimientos sociales de esta familia de alta cuna. A partir de la boda, la historia cambia de tono y se vuelve más trágica y más sobria la narración de los hechos, en los que contemplamos el enfrentamiento psicológico de Alexander, el niño mayor, con su padrastro, progresivamente más tenso.

La película tiene una atmosfera extraña, de ritmo muy personal y ambiente onírico, y tampoco renuncia a los elementos de carácter fantástico. Como curiosidad, hay dos personajes cuyos actores interpretan personas del sexo opuesto al de ellos: la mujer gorda que se quema en el incendio es realmente un hombre, y el ambiguo personaje afeminado que seduce a Alexander en la parte final es una mujer.
Amor Perro
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30 de noviembre de 2008
95 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he visto nada de Bergman salvo esta película y fue por una cosa que se relaciona con lo que voy a escribir aquí y que mencionaré más tarde. Pero para realizar este texto, he tenido que recurrir a muchos recuerdos enterrados en lo más profundo de mi consciente: puesto que para mí era importante preservar un cierto tipo de perspectiva y aunque me ha costado, creo que lo he conseguido.

La película es la narración de un yayo, Alexander, que nos habla la época en que tenía diez años. Comienza con una bonita familia sueca celebrando la Navidad, se quiebra de forma brusca con la muerte del padre y sufre un giro de noventa grados cuando la madre viuda vuelve a casarse y ella y los críos se mudan a una nueva casa.

Al principio de la historia, el universo infantil es como debe de ser, los críos juegan, experimentan, se esconden, sueñan, espían...Los adultos son gente algo divertida y grotesca a los que acechar desde las esquinas y debajo de las mesa y de los que despreocuparse alegremente cuando se imponen otros intereses. La imagen del Mal existe, pero todavía no ha tomado forma. Son tiempos agradables, un poco claustrofóbicos y ciertamente mágicos.

Más tarde, cuando la madre se casa con el severo padrastro, ese mundo se estrecha y oscurece: El Mal se hace carne y lo que es peor, es la madre quien lo introduce sin preguntar, obligándoles a tratar de sobrevivir bajo su sombrío reinado. La nueva presencia destierra los juegos de antaño e impone una clase de juegos más oscura: la lucha de la infancia por superar la primera noción de que no todos los mayores están ahí para protegerlos.

El mayor logro de Bergman es haber conseguido realizar una disección adulta sin perder la percepción pura y a un tiempo monstruosa de los críos. Hay un dolor muy vivo y lacerante plasmado aquí, esa clase de dolor que sólo genera la horrible impotencia de los niños frente a unos cambios que escapan a todo su control. Bergman revindica ese dolor y lo hace como el niño, no como el adulto y esa capacidad me deja atónita. No conozco ningún otro caso en cine donde haya visto algo parecido a eso. Es como un grito que atraviesa la pantalla y perfora los tímpanos de tu primera memoria. Yo he vivido eso antes.

Hay algún apunte que podría decirse fantástico...pero no me queda claro si esa fantasía proviene de la visión "real" o de la especial deformación con que observan el entorno unos ojos infantiles. Me declino por lo segundo.

Se puede ver desde los dos puntos de vista, el del adulto y el del niño y toda la riqueza de la historia se desvelará en esta bifurcación de miradas. Pero donde el adulto verá un dramón denso, atormentado, onírico y oscuro, el niño se encontrará una película que contiene algunos de los mayores terrores que jamás pudiera concebir en su particular concepción del mundo.

Lo sé porque también la vi con diez años y mis pesadilllas todavía no la han olvidado. Es por eso por lo que no he visto ni veré más películas de Bergman. Me da miedo.
Neathara
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12 de enero de 2006
86 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada por Bergman tras su regreso a Suecia, después de la estancia en Alemania por acusación infundada de evasión de impuestos. Obtuvo 4 Oscar (decoración, fotografía, vestuario, película en lengua no inglesa), 1 BAFTA (fotografía), 1 César (película extranjera), 3 David di Donatello (película extranjera, director de película extranjera), el FIPRESCI de Venecia y otros premios y nominaciones.

La acción tiene lugar en una ciudad sueca de provincias, similar a Upsala, en la tercera década del XX. Narra los recuerdos infantiles de un año de la vida de Alexander, de 10 años, vistos con ojos infantiles, que se cruzan con la mirada serena y madura del mismo a los 60 años. Los protagonistas del relato son el muchacho; su hermana Fanny, de 8 años; la madre de ambos, Emily; la abula paterna, Helen; el padre, Oscar Ekdahl y el padastro, Edward Vergerus. La película recrea y exalta la vida alegre y festiva de una familia que se reúne para celebrar la Navidad con un almuerzo (a las 4,30 h.), seguido de una larga sobremesa para los mayores y juegos para los chicos. La espléndida decoración de la casa de Helen, su colorido cálido y su luz vibrante, refuerzan el ambiente de fiesta y diversión colectiva. La muerte del padre y las segundas nupcias de la madre llevan al muchacho a una casa gótica y fría, en la que el padastro somete al niño a humillaciones, abusos morales y castigos físicos, en una sugestiva evocación de que el arte (encarnado por el muchacho) es incompatible con la intolerancia, el dogmatismo y la crueldad. El comerciante judío Isak Jacobi, amante de Helen, lleva a los niños a una casa que parece una cueva inmensa de objetos multicolores, que incitan la imaginación de Alexander, con ayuda de algunos trucos a cargo de un sobrino de Isak. Allí un personaje ambíguo y mentalmente enfermo, Ismael, abusa del chico y lo humilla lacerantemente. Según la película, cabe en la persona humana la alegría, porque en ella el amor es posible, si bien nunca el ser humano podrá superar del todo sus amarguras y sus temores profundos.

La música recoge fragmentos de tres autores: Benjamin Britten (cello), Robert Schumann (cuerda y piano) y Chopin (piano solo), que animan y explican el desarrollo de la acción. Forman parte de la música las canciones que interpreta la familia. La fotografía mueve con sabiduría la cámara, explora primeros planos de los rostros y ofrece composiciones magistrales en formas y color. El guión define bien a los protagonistas, desgrana la historia con parsimonia y aporta unos diálogos excelentes. La obra, pensada como 5 capítulos de TV, con un metraje de 300', se acorta a 180'. Es recomendable la versión larga. La dirección se sitúa a la altura de las mejores del autor.

Película intimista, dramática y evocadora, narrada con maestría, interpretada con brillantez y fotografiada con sabiduría cinematográfica. Exalta el cine, el teatro, la lectura, la magia, la fantasía y el amor. Imprescindible.
Miquel
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7 de noviembre de 2006
62 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en total orgullo para mí ver esta película pues me hizo descubrir que aún no he perdido la imaginación. Pues al ver las caras de la gente que salió conmigo del cine en donde la estaban reponiendo vi gente desconcertada o escuché comentarios del estilo: "no se resolvió nada", "¿y los muertos por qué aparecían?", "no entendí nada".

Pues lo que falta es imaginación para cerrar las puertas que nos va abriendo Bergman, se trata de que no todo lo que nos den debe estar digerido, en parte debemos ser nosotros quienes podamos masticar las escenas y asimilarlas.

Esta obra fue el testamento que firmara la mano de Bergman dejando como único heredero a la rica historia del cine... nada más.

Cada toma es deliciosa, fotografiada genialmente por el maestro Sven Nykvist (quién se llevara otro oscar), cada imagen es un deleite, son tres horas de puro ensueño, cada imagen se proyecta a través de la pantalla directa a nuestra mente y quedándose alojada por siempre en nuestros recuerdos.

La historia es notable, teniendo detrás al propio guión de Bergman, en posición en parte autobiográfica. Cuenta los hechos y sentimientos de un año decisivo para la vida de dos hermanos, propiamente Fanny y Alexander. Viviendo dentro de una familia aristocrática de la Suecia de principios de siglo XX. La historia parte de un rico relato de navidad (digno de Dickens) contado desde la visión de los niños y luego se va transformando en un relato más duro a partir de la muerte del padre de los dos protagonistas y el aterrador nuevo matrimonio de su madre con un obispo protestante odioso, transformando esta parte de la historia en una narración sombría pero igualmente genial.

La película se mueve por territorios surrealistas como un etéreo sueño eterno y la imaginación se transforma en espectador participativo teniendo que darle su sitio a cada imagen, a cada palabra. Esto lo deja como legado el cine de Bergman y lo hace partícipe en la frase final que la abuela leyera a Alexander (cuando la vean préstenle atención).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maldita Fiera
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