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España España · Sevilla
Voto de Muzzle:
6
Romance. Drama David Kepesh (Ben Kingsley), un carismático profesor, está orgulloso de seducir a alumnas deseosas de probar experiencias nuevas, pero sin ningún compromiso. Pero, cuando la hermosa Consuelo Castillo (Cruz) entra en su clase, sus precauciones se esfuman. Esa belleza morena consigue, al mismo tiempo, cautivarlo y desconcertarlo. Consuelo es para él algo más que un objeto de deseo. Su fuerte personalidad y su carácter apasionado ... [+]
11 de octubre de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Isabel Coixet no había despertado mi interés hasta ahora. De hecho, no he visto “Mi vida sin mí”, ni “La vida secreta de las palabras”, dos títulos que, por cierto, muestran ya por sí mismos mucha de esa pretenciosidad de la que se critica a la cineasta española. Al no tener como referencia los precedentes, he visto Elegy, sin prejuicios y sin conocer la obra en la que está basado “El animal moribundo” de Philip Roth. Evidentemente, sin esos referentes no estoy en condiciones de hacer una crítica fundamentada y completa, pero trataré de valorar la hora y cincuenta minutos de película desde la perspectiva del espectador ocasional.

El primer acierto de Coixet está en el reparto, especialmente en Ben Kingsley, magnético durante toda la película, y capaz de echarse a su espalda el peso de algunos momentos particularmente “blandos” del minutaje. Él es David Khepes, ese hombre maduro, profesor universitario, cualificado colaborador radiofónico y televisivo, una celebridad “para entendidos”, que durante toda su vida ha arrastrado su incapacidad para el compromiso. La mirada de Kingsley refleja todos los miedos y deseos de ese hombre cerca de los sesenta años que cae rendido a los pies de una joven alumna (Penélope Cruz) que le hará replantearse la mayoría de sus valores.

Nuestra “Pé” está correcta, incluso notable en algunas escenas, gracias, sobre todo, a su capacidad para transmitir la sensibilidad de determinadas escenas (especialmente en los últimos quince minutos), sin embargo, el personaje no tiene la profundidad del maestro, es más, en ocasiones resulta superficial y simple (aquí la culpa no es de Penélope Cruz, evidentemente). Todo lo contrario que los secundarios, apenas esbozados en algunos casos, pero muy interesantes en sus intimidades. Así, Patricia Clarkson es una amante ocasional del protagonista, hastiada con su vida y que transmite los miedos a envejecer del escritor, al género femenino. Dennis Hopper es el amigo poeta, un ejemplo de moralidad falso; mientras Peter Sarsgaard es el hijo rencoroso, que termina aceptando que la naturaleza amorosa de su padre no es tan diferente a la suya.

Al margen del tratamiento de los personajes - de largo lo mejor de la película -, Coixet logra que las escenas sexuales entre Kingsley y Cruz no sean grotescas, sino poéticas y hasta sensuales, lastradas, eso sí, por cierto aroma cursi en momentos como el de la playa (que nos lleva a recordar algunos de los vicios publicitarios de Coixet). La directora sacrifica el lado lacrimóngeno en aras del relato, lo que quizás reste emoción al conjunto, pese a lo poético de la mayoría de planos. Es como esa poesía culta, que leemos, aplaudimos, hacemos como que entendemos, pero no consigue tocarnos la fibra sensible.
Muzzle
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