Un estimable pero aparatoso western de la época dorada es “La pradera sin ley” de King Vidor. Tendremos la ocasión de ver a un magnífico Kirk Douglas en su mejor momento físico y realizando todo tipo de diabluras con el revólver, además de cantar y tocar a las mil maravillas. Sin embargo desde los primeros minutos el guión se plantea sin ningún tipo de ambición, demostrando muchas limitaciones y siendo un mero vehículo para la superstar Douglas.

Un western menor, aunque tremendamente entretenido donde Vidor vuelve hacer gala de sus temas favoritos como la defensa del individualismo y la libertad de autodeterminación. Con demasiadas concesiones a la comedia, la película recobra fuerza en su tramo final pero sin poder dar una explicación narrativa coherente a la evolución psicológica de los personajes principales.

Aunque no se encuentre al nivel de otros westerns de Vidor como “Duelo al sol” o “Paso al noroeste”, siempre ha gozado de una fama considerable entre los aficionados al género.

Atractiva y decepcionante a partes iguales.

Nota: 6,4.