Una de las acciones que se repiten en la híper taquillera “Avatar” es la del vínculo. Consiste en que dos seres vivos del vistoso planeta tienen que vincularse uniendo sus colas, una vez que hacen esto se crea una relación que supera los límites de la conciencia para llegar incluso a lo extrasensorial.

En realidad eso ya lo habíamos visto muchas veces antes en el cine, incluso en España. En “Airbag” el actor Karra Elejalde establece el vínculo con la prostituta introduciéndole un dedo por el culo. Entonces es cuando consigue llegar al orgasmo porque esa relación ha dejado de ser meramente comercial. Además que el anillo de boda se quede dentro del ano de la mulatita y lo no se entere es una especie de “abandónalo todo y sígueme”, de renuncia al mundo material y recuperación del amor verdadero.

Más allá de digresiones cuasi metafísicas, la película de Juanma Bajo Ulloa es un gran acierto empresarial, al saber interpretar los nuevos tiempos que corrían para la generación del baby boom tras “Pulp Fiction”. El olfato no es siempre un atributo demasiado desarrollado entre los cineastas, que pecan de querer hacer las películas que les gustaría y no la que deberían de hacer en cada momento.

Tres o cuatro puntazos muy logrados (que nadie incluya aquí la bochornosa canción del borracho que se puso de moda), un sentido del humor que al menos permite la autocrítica con la siempre sacralizada sociedad vasca, y unos personajes que se sienten vivos en cada escena son los mayores atractivos para un film que pasados unos años nos hace sentir estúpidos a los que nos gustó demasiado en su día. La película probablemente era y es igual de normalita, afortunadamente somos nosotros los que hemos mejorado.

Nota. 5,7