Básicamente hay dos grandes grupos dentro de la ciencia-ficción. Por un lado está el más erudito, con autores como Clark, Bradbury, Heinlein, Asimov, Orwell, Lem... que han sido llevados al cine con mejor o peor suerte, pero siempre desde un planteamiento intelectual, y por otro lado están los autores más “pulp” que para ellos la ciencia-ficción es una excusa para poder mostrar sus fantasías cercanas a las gamberradas en un mundo ficticio donde todo vale.

John Carpenter pertenece a ese segundo grupo, sus películas son ante todo macarras, su acercamiento a la ciencia es el de un estudiante de ESO. En esa serie B donde se ha movido siempre no se tiene respeto por el género, todo es un batiburrillo de escenas donde se pasa de la acción al western a la ciencia ficción al thriller con sólo cambiar de plano. Los personajes de “1997: Rescate en Nueva York” parecen todos salidos de Alcalá Meco, sin embargo Carpenter intenta hacer que parezcan presidentes de Estados Unidos, oficiales de los marines o asesores y políticos del Gobierno. No lo consigue, en tal caso sí retrata mejor lo que es una golfa o un taxista borracho como hacen Adrienne Barbeau y Ernest Borgnine respectivamente. Ese es el gran problema del cine de Carpenter, la grandilocuencia de sus guiones, en vez de hacer cosas más sencillas para los medio y cultura que tiene, pretende casi siempre meter situaciones, personajes y hechos a los que ni conoce ni en realidad parece interesarle.

¿Qué esta película se puede ver? Pues claro, sobre todo si tienes 15 años, si sigue estando entre tus favoritas entonces yo pasaría a alerta naranja.

Por cierto mientras que a Rambo le ponemos a caldo al "serpiente" Plissken le reímos las gracias. En realidad mucha gente no está en contra de la violencia, sino de donde viene esa violencia. Si viene de nuestro “palo” entonces la aplaudimos. Ya lo decía Moliere, la hipocresía es el colmo de todas las maldades.