Después de la muerte del productor de las anteriores entregas Byron Kennedy en un accidente de helicóptero, el director George Miller, ya forrado con las anteriores entrgas, se encargó de producir la tercera parte. A pesar de que él también dirige la película se ayudó de un viejo amigo George Ogilvie, lo cuál se nota para mal. La película no es fiel al espíritu de la saga, se desvincula de su pasado tenebroso para rendirse al público infantil estadounidense y hacer taquilla. Terry Hayes el guionista de la segunda parte, realiza una historia tan disparatada como carente de interés. La película es tan sólo pasable a duras penas la primera parte pero el encuentro y posterior desarrollo de Mel Gibson (que anticipa lo que será sus pintas en "Braveheart") con los niños de la tribu perdida en el bosque es realmente insoportable. Tina Turner demuestra que esto del cine no le sienta bien a todos.
George Miller también hace nostradamus al incorporar a los cerdos a su película, tema que retomará en su triste "Babe, el cerdito en la ciudad". Lo mejor quizá la música de Jarre, el tema de la Turner y la persecución final al tren que dentro de lo malo es de lo mejor.
La cuarta parte que algunos esperan es prácticamente imposible por negación de Mel Gibson y en el caso de que se hiciera para ser como esta mejor que no se haga.