Tres mueres: Rachel, Anna y Meghan encuentran que su punto de encuentro es la mirada de Rachel (Emily Blunt). La historia se desarrolla bajo los ojos de esta mujer que viaja todos los días en el tren y atraviesa un vecindario en el que las otras dos mujeres están "aparentemente" muy felices con sus vidas y sus amores. La historia genera mucha intriga desde el comienzo, se hace seductora en la forma en que la señora Blunt ha asumido su papel de mujer presa por la tristeza y el alcoholismo. Es en la mágica interpretación de Blunt en donde se hace firme este barco que, de otra forma, iría al naufragio. Y, de hecho, ver a Blunt paga la entrada a la sala de cine.
El asunto es que, a diferencia de la literatura, este papel fílmico evidencia que todo lo que le estaba pasando a Blunt era muy sospechoso. Uno no acaba de creerse el cuento de que sea ella la victimaria de todo lo que se presenta en buena parte del filme. Y aunque ese es un detalle de percepción, lo cierto es que involucra de inmediato una sospecha malsana sobre la historia... historia que luego irá cayendo en su intensidad para develar el misterio que guardaba.