Esta historia, aunque previsible, es un buen bocado para los que gustan de una historia divertida y con buen guión. Los aprietos y embrollos en los que se mete Miles (Martin Lawrence), como detective, resultan del todo creíbles y bien desarrollados como parte de una trama en la que policías y ladrones se diferencian simplemente por tener un oficio distinto.
De aplaudir la pareja que componen Lawrence y Wilson, sobre todo a este último, a quien le ha quedado perfecto el ropaje de policía algo ingenuo que a medida que avanza la película admira más el conocimiento que su compañero tiene del hampa y sus acciones.
Como he dicho, es un filme muy entretenido, con personajes que se pueden recordar fácilmente y una estructura narrativa de gran precisión, sin ser cansona en sus exageraciones ni perezosa en sus líneas y peligros.