El relato de Dito Montiel resulta interesante. Nos habla de la vida en Queens de un grupo de muchachos que, en muchas cosas, han sido marginados. Sus problemas son los mismos de ahora: racismo, drogas, ambiciones, apetitos. Aunque escuchemos música de otra manera, con otros dispositivos distintos a la vieja radiograbadora, allí están los mismos chicos escribiendo día a día esas mismas historias. La condena resulta perenne: generaciones de muchachos que crecieron con una sentencia solo por el hecho de hacer parte de unas comunidades que debían reducirse a su mínima expresión y a la suerte de que en algún momento cometieran un lamentable error. De ello nos habla Dito con toda la propiedad de quien ha atravesado estos mismos escenarios del infierno.
Sin ser una gran película, las actuaciones, incluso la del muy menor Channing Tatum, resultan decorosas, para retratar lo que ha ocurrido y seguirá ocurriendo.