La secuencia inicial logra su gran cometido: generar en el espectador el deseo de saber más, la clásica pregunta de ¿a dónde irá a parar todo esto?
Con una mente poblada de fantasmas, Michael (Jeff Bridges) asume con cierta convicción la paranoia de tener que abordar las relaciones humanas después de que su esposa ha sido asesinada, presuntamente por un grupo terrorista. Luego, a medida que se desarrolla la trama notamos la ambivalencia de los culpables y la superficialidad de los inocentes. Así va la película: te lleva de un lado al otro por un buen tiempo hasta que por fin define los principales roles y sus provocaciones. Personalmente, estos juegos llegan a gustarme y a seducirme como relatos. Seguramente el final dará para que te arranques los pelos de la cabeza por unos segundos, pero, también, particularmente, creo que se ajusta a lo que puede ser una aventura tipo thriller digna en su concepción, narración y personajes.