Para empezar debo decir que desconocía el grupo Joy Division. Vamos, que no tenía ni idea de lo que iba a ver y hacía donde iba a parar este film. Esta película es una odisea trágica entorno a un protagonista atormentado por su estado psíquico y una serie de decisiones que le mantienen encadenado (cuando veía el protagonista a la hija siempre mostraba una repugnancia interna que le hacía recordar todas esas decisiones mal tomadas) a una vida sin color, en blanco y negro. ¡Qué puedo decir de Sam Riley! nadie, absolutamente nadie lo habría hecho mejor, magistral y muy infravalorado, no sé como algunas personas pueden pensar que su actuación es simplemente correcta, su gesticulación facial, su lenguaje corporal. Impresionante cuando le temblaba el mentón y los ojos moviéndolos desorientados, a mí personalmente me dejo con los pelos de punta.

Esta es una de esas películas tan buenas que hablan por sí solas,gracias.