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Control

Drama. Musical Película sobre los últimos años de Ian Curtis, el enigmático cantante de la banda Joy Division e icono del post-punk inglés, hasta su trágico suicidio en 1980. Cómo le afectó el dramático conflicto entre el gran amor que sentía por su esposa y la apasionada relación con su amante, sus ataques de epilepsia, su extraordinario talento y sus arrolladoras actuaciones en directo. Mención Especial en la Cámara de Oro, Premio de la Juventud y ... [+]
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
6 de diciembre de 2007
109 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque venga etiquetada como tal, Control no es un biopic. Empieza narrando la temprana juventud de Ian Curtis, mostrando hechos conocidos de ella (donde dibuja un importante parecido argumental con "24 Hour Party People", la estupenda (y muy diferente) película de Winterbottom), pero cuando realmente empieza a brillar es cuando deja atrás esos datos para hablar del alma y de los sentimientos de una persona tan confusa, sombría y lúcidamente trágica como Ian Curtis, el cantante de los aún hoy inimitables Joy Division. Sabemos la historia (para los que no la sepan están precisamente esos primeros minutos más "objetivos"), pero lo que no se espera es un relato tan profundo y emocional sobre la vida como el que realiza Anton Corbijn. Ian es casi sólo un pretexto para introducirse en la mente de una persona atormentada por sus actos pasados, atrapado en una vida insatisfecha e incapaz de satisfacer las exigencias espirituales que implican las expectativas de su banda y su familia. Un retrato crudo y oscuro sobre un alma que no necesariamente eligió el camino correcto y que desde luego anda bastante lejos de lo que suelen trazar los típicos biopics heroizadores hollywoodienses, lo cual de por sí sólo ya sería algo positivo pero que aquí realmente funciona porque Corbijn sí que logra transmitir todas las emociones, toda la tristeza y toda la poesía que pretende la historia.

Mención aparte para el apartado técnico. El tratamiento visual es realmente impresionante. Está la fotografía en blanco y negro, brillante y decadente como la música que hace la banda del protagonista, pero aún mejor es la forma en que compone la imagen, sus encuadres y el ritmo que imprime. Y, por supuesto, la música, tan buena como siempre pero con el aliciente de esas muestras de las actuaciones en directo de la banda, rodadas de forma totalmente fiel a cómo nos han llegado los escasos documentos de Joy Division en directo, e imitando el sonido ruidoso y agresivo que gastaban en el directo, lo cual tiene aún más valor teniendo en cuenta que realmente son los actores que interpretan a los cuatro integrantes de la banda quienes están tocando. Y Sam Riley, que por momentos no interpreta a Ian Curtis, es Ian Curtis. Es un film espléndido y uno de los mejores del 2007, sin duda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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14 de diciembre de 2007
54 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi no hay duda: La mejor película del 2007. Impresionante recreación de los momentos más intensos de la vida del líder de una de las bandas más apasionantes y olvidadas de los 70. Recorrido por la genial y atormentada mente de uno de los iconos del rock inglés y un intenso y cruél descenso a la más profunda decadencia del ser humano.
Rodada bajo la apariencia de biopic, algo que se identifica solamente en unos minutos iniciales magistralmente desarrollados, esa premisa pronto desaparece para sumergir al espectador en una brutal carrera autodestructiva a través de los ojos de uno de los personajes cinematográficos más fascinantes de los últimos años.

Sam Riley está inconmensurable, una de las más grandes interpretaciones que se recuerdan, sin temor a equivocarme diría que la mejor de la década. Cada uno de los procesos por los que transcurre su temeraria existencia están caracterizados de forma sublime, literalmente se come la cámara, dejando boquiabiertos a los que como yo asistimos atónitos a un atormentado viaje sin retorno, una huida hacia el irrevocable final. Es de esos papeles que se te quedan gravados, que te llegan al alma.
Los secundarios también magníficos, destacando una Samantha Morton arrebatadora y que mantiene muy alto el nivel interpretativo durante todo el metraje, réplica perfecta a Sam Riley.

Apoyándose en un guión demoledor y sin fisuras, que se desarrolla con absoluta maestría, en una soberbia fotografía en blanco y negro, y en una bestial banda sonora, Anton Corbijn nos regala una cinta repleta de momentos inolvidables, una verdadera joya del cine. Una maravillosa experiencia que todo amante del cine y de aquella irrepetible generación de geniales artistas no se puede perder.
pipona
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11 de diciembre de 2007
35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo, decir que "Control" es una película que echa por tierra eso de que los directores procedentes de videoclips no tienen talento. Anton Corbijn sabe filmar, sabe crear intriga, sabe hacer cine. Y se nota desde el minuto uno hasta el último, en un final brillante y fantástico que nos deja un regustillo amargo ante lo que acabamos de ver, un retrato de Ian Curtis, vocalista de Joy Division que se quitó la vida tras una serie de problemas personales.

Toda la película, como bloque, es destacable. Podríamos desgranarla, pero tiene más valor como unidad, un videoclip de dos horas de duración en el que no sobra nada y tampoco falta nada. Lo que está ahí es por algún motivo y justamente esta solidez y coherencia interna es lo que consigue que nunca nos aburramos y que la música nos llegue adentro, incluso a los que -como yo- no conocemos la obra del grupo ni del citado Curtis.

Las interpretaciones principales son brillantes. Sam Riley está más allá del halago, sencillamente es Ian Curtis, tanto física como interpretativamente, sin caer en la reiteración ni la sobreactuación, simplemente dándolo todo para forjar una personalidad única, arraigada a lo poco que tiene y que al final acaba harto, se cansa y decide poner fin a su vida con una sobriedad pasmosa. Pese a que eclipsa totalmente a Samantha Morton, tampoco podría decirse nada negativo de su papel, una esposa enamorada hasta los huesos de su marido y que quiere seguir con él a cualquier precio.

Podría decir mucho más de "Control", pero prefiero reservármelo. Mejor vedla, disfrutarla, saboread la película de Corbijn que, además, cuenta con un B&N sencillamente impecable, o de su Banda Sonora -a ver si la subtitulan en España, dado que es importante para la trama- y todo, todo lo demás. Tiene fallos, pero mejor buscádselos vosotros. No es una Obra Maestra, pero sin duda merece mucho la pena.
Caith_Sith
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14 de octubre de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una conversación de los protagonistas de “Vivir hasta el fin” de Gregg Araki se menciona el suicidio de Ian Curtis aunque se añade ese toque de leyenda urbana: no sólo se ahorcó sino que en vez de saltar de una silla se subió a un bloque de hielo, encendió la calefacción y esperó a que se derritiera. Recuerda a ese problema de lógica con un ahorcado y charco de agua. Pero esa muerte dolorosa y angustiosa multiplicada por la iconización de un ídolo resulta de acorde a las letras de sus canciones y no a una realidad.

Respuesta de Anton Corbijn a “24 Hour Party People” donde la muerte de Curtis era tratada de manera superficial e incluso cómica. Acercarse a la breve vida y obra de Ian Curtis y a ese viaje de sus últimos días o ese camino a sus últimos instantes.
Sam Riley se mete en la piel perfectamente de Curtis. Más que enigmático Corbijn pretende desmitificar el icono humanizándolo: todos los delirios son leyendas urbanas; simplemente se trata de un ser enfermo (epilepsia), de un ser humano que tiene un trabajo, con unos deberes que cumplir y unas obligaciones impuestas con su vida y un hobby: una banda. Puede que tal ve ese relato de su infidelidad encaje de pleno en los caminos donde nos han llevado anteriores biopics. Aquí, como en un programa de corazón, tan solo importa la mierda que se ponga. Pero llega a otros caminos por medio de esas chimeneas llenas de humor que hacen entumecer los ojos y corazones.
Maldito Bastardo
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30 de enero de 2008
36 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que no ser conocedor, ni seguidor de la historia de Joy Division me quita enteros a la hora de enjuiciar la película en base a su corrección y que duda cabe, me aleja unos puntos de la emocionalidad que sin duda tendrá ganada frente a seguidores y encumbradores de otra de esas figuras malditas de la historia de la música. Otro cadaver joven víctima de una inadaptación a las circunstancias tanto afectivas como físicas, atado además a su enfermedad mental con ataques esporádicos de epilepsia. "Control" desde mi distancia es una película que no consigue traspasar las paredes emocionales salvo en su conocido desenlace, algo bastante hay de pretenciosidad y de mensaje rancio de "martirismo" del rock, o punk-rock, buena fotografía en blanco y negro e interpretación correcta de Sam Riley. Pero se echa en falta más guiños a los espectadores ajenos a aquella época o sentimientos musicales, depende mucho de la "mitomanía" que uno tenga o sea capaz de otorgar a unas imágenes que carecen de la necesaria fuerza por si mismas para impactar, para provocar la reflexión (más allá de una buena dosis depresiva en su tramo final), Corbijn tiene el material pero lo distribuye sin mucha pasión.
Vargtimmen
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