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España España · El Puerto de Santa María
Voto de Fernando Polanco:
6
Aventuras. Drama Groenlandia, año 1908. Josephine Peary (Juliette Binoche), una mujer rica y culta, inicia una expedición al Polo Norte para reunirse con su marido, el explorador Robert Peary. Durante el viaje se encuentra con una humilde mujer esquimal, Allaka (Rinko Kikuchi). Pese a sus numerosas diferencias culturales y personales, ambas tendrán que unirse para poder sobrevivir a las duras condiciones climáticas de la tundra en el Ártico. (FILMAFFINITY) [+]
23 de diciembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Isabel Coixet ha vuelto. Y para hacerlo ha subido la cámara a un trineo y se la ha llevado al Polo Norte. Entre los bártulos de su equipaje también ha empaquetado su poesía, esa poesía que siempre lleva por bandera en su filmografía (y mira qué pareado más adecuado, oye). Se ha llevado el drama a la nieve y lo ha adjetivado con palabros como “frío”, “gélido” o “virginal”, llevando también esta (pretendida y pretenciosa) lírica fílmica a las peligrosas tierras de lo banal y lo superfluo.

Sin embargo, y que conste que este título se convierte en una excepción dentro de mi crítica constante al “pastelismo” imperante en su filmografía, Coixet ha conseguido reducir los ingredientes del drama al común denominador, depurándolos al encuentro entre dos personajes muy concretos en una sola des-localización.

La premisa, una mujer que quiere ser testigo presencial de la gesta histórica de su marido, resulta contradictoria con el espíritu feminista de la directora/protagonista. Contradictoria y anecdótica, pues lo que importa no es la dirección del trineo sino dónde se detiene. La brújula del guión vira en varios momentos, caprichosa, y nos ofrece retales de un relato errático, a veces errado, otras hermoso; repleto de gargajos de ternura y de algunos arañazos de supervivencia. El Norte: en polo sensorial. Una experiencia visual que casi se puede tocar.

“Nadie quiere la noche” funciona a veces como un “spin off” de “El Terror” de Dan Simmons, otras como una actualización melodramática de “Nanouk el esquimal”. Lo importante: de una u otra manera, funciona. Emociona y traslada su tema troncal de forma directa: la ausencia como forma de vida, la búsqueda como forma de muerte.

En definitiva, una sencilla e íntima epopeya que, pensando ahora,, no es más que una forma literal de convertir una frase en película: "Por ti voy al fin del mundo”.
Fernando Polanco
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