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España España · El Puerto de Santa María
Voto de Fernando Polanco:
7
Comedia. Terror Vicky y Sonia son dos jóvenes parapsicólogas encargadas de investigar el secreto de un chalet donde murieron varias personas. Tras su primera noche en la casa se darán cuenta de que las cosas no son como imaginaban… son incluso mejores. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2015
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un prólogo en blanco y negro con la homóloga sexi de Rod Serling. Una casa apartada de la ciudad. Dos chicas salidas de la furgoneta de Scooby Doo. Una es la lista (y guapa). La otra es la tonta (y la guapa). Las dos en bikini. Voces del más allá. Un misterio paranormal digno de Iker Jiménez.

¿Os suena de algo?

Éste es el inicio de cualquier título de terror serie B que se tercie pero también el de “Summertime”, la nueva producción “crowcost” y “lowfunding” (el orden de los factores no altera el producto) de Norberto Ramos del Val. Aunque no nos equivoquemos, éste sólo es el punto de partida.

Y es que hablar de “Summertime” sin traicionar a su sorprendente guión es la pescadilla que se muerde la cola: su baza son las sorpresas y sin sorpresas casi no hay bazas. Te recomiendo que si tienes intención de verla y eres de los que prefiere cuidar su virginidad cinematográfica pases directamente al último párrafo.

La película comienza como un “explotation” de serie B con una trama absurda y manida que sólo mantiene al espectador atento gracias al paseíllo de sus dos protagonistas bikini arriba, bikini abajo, hasta que descubrimos que esto no es más que una pieza de un puzzle mucho más grande. La trama se detiene cuando… ¡no queda presupuesto para romper unas baldosas! A partir de ahí, los personajes se quitan la máscara y dejan de actuar, son actrices conscientes dentro de una ficción filmada.

- ¡Metacine! – gritarás alzando el puño.

Sí, sí. Metacine. Pero metacine del bueno. Del que se mira a sí mismo con autoconsciencia para rajar de lo que haga falta: del cine español, de las subvenciones, de la crisis económica, de la figura endiosada del director, del depredador común de Cahiers du Cinema “gafapastis pedantiensis” y, lo que es mejor, ¡para rajar de la mismísima narrativa!

“Summertime” tiene algo que no había visto hasta ahora en una película: dos protagonistas cuyo objetivo es destrozar la película desde dentro al más puro estilo “terrorista islámico”. Algo así como lo que pasa en el final de “Independence Day” pero en vez de con naves extraterrestres y explosiones con la metanarrativa y el manual de guión de Robert McKee como armas incendiarias. Personajes intentando aburrir al espectador para que la película se acabe. El guionista como antagonista intentando evitarlo, ¿no es fascinante?

La película es un juego de muñecas rusas de ficciones desmenuzadas, un trabalenguas conceptual. De hecho, hay un momento muy “Cronocrímenes” en el que una de las protagonistas explica al espectador con un diagrama el “metalío” en el que andan metidas. Después de un rato, todo esto puede resultar un “chiste alargado”, pero es que los mismos guionistas se pronuncian (siempre conscientes), se cachondean del problema, ¡y actúan contra ello! Y esto se agradece.

¿Es “Summertime” un experimento gamberro sin precedentes? Para nada. Al menos en lo literario, Unamuno ya sufrió la impertinencia de su propio personaje en “Niebla”. El protagonista salía de su obra para visitar el despacho del escritor en persona y le pedía la muerte ya que no era feliz en esa ficción.
Rebuscando en referentes también encuentro mucho del “Esperando a Godot” de Beckett: dos personajes que no paran de hablar, el Godot-director de cine como figura omnipresente, y un tono de comedia formal y surrealista.

No nos engañemos, a la película se le puede acusar de ser demasiado explicativa y repetitiva, de simplona en su trama de “terror”, de tener un ritmo lento y tedioso o de ser un capricho elitista y onanista. Pero lo innegable es que es un proyecto creativo y original que ha conseguido optimizar recursos al límite. Dos actrices (Alba Messa y Ana Rujas, portentos de la fotogenia), una localización y un relato que es la base de todo. Un gran ejemplo de que un guión lo es todo y de que con ganas de rodar y un equipo técnico se puede hacer una película.

Sigo sin explicarme que no la seleccionaran en la última edición del festival de Sitges (sobre todo con la de materia fecal líquida que hay programada), hubiera sido una de esas joyitas del “otro Sitges” que tanto se agradecen en las sesiones nocturnas del Prado o del Retiro.

Para los que pasaron de spoilers y han venido directamente al último párrafo decirles que “Summertime” es una premisa típica pervertida, un acto vandálico narrativo llamado a la controversia con ideas formales extremas. Un verdadero caramelo para el cinéfilo que valora el guión ante todas las cosas.
Fernando Polanco
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