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Voto de Pablo:
3
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Drama. Comedia
Ernesto (Ernesto Alterio), un director de teatro excéntrico e inconformista, recibe la noticia de la muerte de su madre. Camino al cementerio roba el ataúd para tirar el cadáver al océano, como era su deseo. Su hija (Gala Amyach), cansada de sus locuras, le acompaña con la intención de hacerle cambiar de idea. En el viaje descubrirá que su padre no es ningún loco, y que uno debe ser fiel a sí mismo aunque esto, a veces, suponga ir en ... [+]
13 de septiembre de 2020
23 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un director de teatro oligofrénico y un poco petardo está atascado en su vida personal y profesional. Su corte de pelo no ayuda, la verdad. Su madre, una señora que va al mismo peluquero y que también es bastante petarda, muere así de pronto y su hijo decide cumplir su promesa de tirarla al mar. Pero no las cenizas, no. A la vieja entera, cual Wilson en Naúfrago. A flotar. ¿Por qué quería la vieja flotar junto a Flipper? Ni se dice ni importa, leñe.
Allí que se embarcan el director oligofrénico, su hija la repipi y un perrete majo a viajar de Madrid a Valencia para hacer plancton con la abuela. La película, que pretende ser una road movie (que significa película de carretera en el idioma de Trump), es una sucesión de diálogos que se supone que son profundos (“un actor es el álter ego del mundo”, “un pianista que sigue la partitura es solo un soldado”, “las lentejas con chorizo están que te mueres”, “revisa el fuego antes de acostarte”...todo muy así). Todo tiene mucho sentido, como cuando se dejan al perrete tirado o cuando el prota le come una teta a una señora que se llama “Dulce Solitaria”, que parece el nombre de una forma chunga de parásito intestinal.
En fin que no quiero destriparos las trepidantes aventuras de Ernesto el brasas y su embalsamada madre. Hay personajes secundarios que debieron cobrar pero poco, como su mujer, unos policías que no hacen nada y su hermano que es un pianista gay y su novio que está enfadado y creo que es porque también tiene un corte de pelo horroroso.
La sala estaba vacía, que me da mucha pena porque el COVID va a arruinar el cine, pero es que la película no ayuda ni un poco. De bostezo en bostezo me trago las interpretaciones de un Ernesto Alterio y Gala Amyach que no me convencen nada. Del porqué de cada personaje no puedo hablar, pues todos me parecieron bastante idiotas.
Allí que se embarcan el director oligofrénico, su hija la repipi y un perrete majo a viajar de Madrid a Valencia para hacer plancton con la abuela. La película, que pretende ser una road movie (que significa película de carretera en el idioma de Trump), es una sucesión de diálogos que se supone que son profundos (“un actor es el álter ego del mundo”, “un pianista que sigue la partitura es solo un soldado”, “las lentejas con chorizo están que te mueres”, “revisa el fuego antes de acostarte”...todo muy así). Todo tiene mucho sentido, como cuando se dejan al perrete tirado o cuando el prota le come una teta a una señora que se llama “Dulce Solitaria”, que parece el nombre de una forma chunga de parásito intestinal.
En fin que no quiero destriparos las trepidantes aventuras de Ernesto el brasas y su embalsamada madre. Hay personajes secundarios que debieron cobrar pero poco, como su mujer, unos policías que no hacen nada y su hermano que es un pianista gay y su novio que está enfadado y creo que es porque también tiene un corte de pelo horroroso.
La sala estaba vacía, que me da mucha pena porque el COVID va a arruinar el cine, pero es que la película no ayuda ni un poco. De bostezo en bostezo me trago las interpretaciones de un Ernesto Alterio y Gala Amyach que no me convencen nada. Del porqué de cada personaje no puedo hablar, pues todos me parecieron bastante idiotas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por cierto, que la película parece que tiene mucho de autobiográfica (al final se la dedica a su madre), y el protagonista es un director de teatro con el mismo corte de pelo que Achero Mañas. Y que odia las series (como Achero Mañas). Y que es muy brasas (como Achero Mañas). Bueno, esto ultimo no lo sé, tampoco conozco al Achero como para decir eso. Pero un tío que pone en palabras de su expareja “eres la mejor persona que conozco en el mundo” debe ser, por lo menos, un pelín narcisista. Vamos, digo yo, que ni soy psiquiatra ni voy al mismo peluquero.